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El dolor de Teofila Reich-Ranicki

La mujer de Marcel Reich-Ranicki reúne en un libro las acuarelas que pintó en el gueto de Varsovia

'Por primera vez en Varsovia han aparecido carros fúnebres impelidos por bicicletas. La idea es del propietario de la empresa. Los carros fúnebres tienen cuatro ruedas, son bonitos y prácticos. Los conducen dos ciclistas trabajadores de la funeraria. En el carro hay capacidad para cuatro ataúdes, de manera que un solo carro puede ir recogiendo a los muertos en su camino hacia el cementerio y dar un servicio de cuatro entierros a la vez. Así los cortejos fúnebres no obstaculizan el tráfico y el empresario gana tiempo'. Esta información apareció en la Gaceta Judía, periódico legal escrito en polaco, que apareció en el gueto de Varsovia, entre 1940 y 1942, con permiso de los alemanes y controlado por éstos.

Teofila Reich-Ranicki, esposa del crítico Marcel Reich-Ranicki, vio esos carros circulando por el gueto con ojos muy diferentes, con los ojos de la más profunda desolación. Reprodujo uno de ellos en una acuarela. Y pintó otras muchas escenas sobrecogedoras. Estaba convencida de que ella no sobreviviría al gueto, a la guerra, pero que sus acuarelas sí permanecerían para que no se perdiera la memoria de lo que allí sucedió. Aparecen ahora, casi 60 años después, reunidas en un libro, Fue el último instante. La vida en el gueto de Varsovia (Galaxia Gutenberg). Con textos de la escritora alemana Hanna Krall, que ha incluido artículos, notas, anuncios, convocatorias, de aquella Gaceta Judía diseñada por alemanes, en la que no se hablaba de los crímenes del Tercer Reich, pero en la que se incluían órdenes, como la que informa de que se adelanta el toque de queda, o la que prohíbe a los judíos saludar a los alemanes o la que dice que todo judío que intente eludir la obligación del trabajo forzado será castigado hasta con 10 años de prisión.

La Gaceta ofrecía también asépticos consejos. Por ejemplo: 'Ahorcamiento: al ahorcado hay que descolgarlo inmediatamente y proceder a practicarle la respiración artificial'. El 21 de enero de 1940, Teofila Langnas, a quien todos llamaban (y llaman) Tosia, intentó cortar con un cuchillo la cuerda con la que se había ahorcado su padre, Pawel Langnas. No pudo. Ella y su madre pidieron ayuda a sus vecinos. Acudió Marcel Reich-Ranicki, que vivía con su madre y con su hermano en el mismo edificio. Al día siguiente enterraron a Langnas. Reich-Ranicki no se separó de Tosia. Lo cuenta en sus memorias (Mi vida, Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores): 'Sentíamos como algo natural estar juntos aquel día sombrío y lluvioso de enero de 1940. Y juntos continuamos'. Tosia y Marcel Reich-Ranicki acaban de cumplir 81 años.

Teofila Langnas nació en Lodz (Polonia) el 12 de marzo de 1920. Allí estudió el bachillerato y proyectaba irse a París para estudiar grafismo. No pudo ser. A su padre le abofeteó un alegre soldado alemán y la familia decidió trasladarse a Varsovia. Les esperaba el gueto.

No pudo estudiar en París, pero empezó a dibujar. Primero, la serie Mujeres a lo largo de la historia. Reich-Ranicki logró que la comunidad judía le diera una modesta beca para estudiar dibujo. Tuvo como profesor a Otto Axer, que le mandaba dibujar jarrones, lámparas o una mesa en perspectiva. Tosia prefirió pintar lo que veía en la antesala del infierno, en la calle. También dibujó la serie Heroínas de la ópera. Marcel y Tosia echaban de menos la ópera y ella le dedicó acuarelas de la Mimí de La bohème, la Nedda, de Payasos, a Carmen, a Tosca, a Madame Butterfly... Reunidos ambos ciclos en este libro, impactan por el contraste entre el horror y la muerte y la alegría de la vida, el recuerdo y la esperanza.

Fue el último instante se publicó en Alemania el pasado otoño y EL PAÍS habló de él con Teofila Reich-Ranicki durante la Feria del Libro de Francfort, ciudad en la que reside el matrimonio. 'Lo más difícil fue conseguir los colores, porque en el gueto no había pintura, no había nada', dijo. Fue un milagro que no se perdieran. La pareja logró huir en enero de 1943. 'Oculté las acuarelas y conseguí sacarlas del gueto. Se las entregué a una mujer polaca que las guardó durante ese tiempo y después de la guerra me las devolvió'. Ha tardado cerca de 60 años en sacarlas: 'Las tenía guardadas en un armario, y un día vino un amigo nuestro, un arquitecto, ahora presidente de la comunidad judía de Francfort, y cuando las vio se quedó fascinado'.

La autoridad cultural, acuarela de Teofila Reich-Ranicki.
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