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El Papa pide perdón a la Iglesia ortodoxa por los abusos católicos

Juan Pablo II y el arzobispo Christódulos firman la primera declaración común desde el siglo XI

Jorge Marirrodriga

'Por las ocasiones pasadas y presentes en las que los hijos e hijas de la Iglesia católica han pecado por acción u omisión con sus hermanos y hermanas ortodoxos, que el Señor nos conceda el perdón que le pedimos'. Con esta fórmula, Juan Pablo II rompía con casi mil años de tradición católica que consideraba a la Iglesia ortodoxa como una escisión herética por rechazar la supremacía de Roma.

El Papa fue más lejos y citó ejemplos concretos especialmente importantes en la lista de agravios que los ortodoxos guardan respecto a los latinos. 'Algunos recuerdos son especialmente dolorosos y algunos acontecimientos del lejano pasado han dejado heridas profundas en la mente y el corazón de las personas de hoy. Me refiero al desastroso saqueo de la ciudad imperial de Constantinopla, y el hecho de que fueran cristianos latinos llena a los católicos de una gran consternación'.

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Constantinopla -la actual ciudad turca de Estambul-, capital del imperio bizantino y cuna de la ortodoxia cristiana, fue saqueada por los caballeros occidentales durante la cuarta cruzada, en 1204. Los ortodoxos acusan al papado no sólo de este hecho, sino de permitir que a mediados del siglo XV la ciudad cayera definitivamente en manos turcas.

El Pontífice utilizó ayer repetidamente el término 'Constantinopla' para referirse a la Iglesia ortodoxa griega, lo que terminó de relajar el ambiente en la reunión a la que asistían, además de Wojtyla y Christódulos, una docena de cardenales católicos y obispos ortodoxos.

Pero, aunque suave en las formas, la diplomacia vaticana demostró en menos de una hora que no estaba dispuesta a que el primer Papa que visita Atenas -oficialmente, sólo en calidad de peregrino- desde el cisma de 1054 tuviera, en lo simbólico, una estancia de segundo rango.

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De hecho, en el centro de la capital griega apenas eran visibles media docena de banderas vaticanas y se había asegurado que la visita sería retransmitida sólo en resúmenes. Pero nada más aterrizar en el aeropuerto Elefterios Venizelos de Atenas el avión procedente de Roma, el Papa besó tierra griega, algo a lo que se oponían los ortodoxos radicales y no gustaba a los moderados. Luego se trasladó al palacio presidencial, donde el presidente griego, Costís Stefanópulos, le tributó un recibimiento prácticamente idéntico al de cualquier otro jefe de Estado. Finalmente, esta ceremonia y todas las demás fueron retransmitidas en directo por la televisión estatal y varias emisoras privadas.

Contra el fanatismoDurante su encuentro matinal, el Papa y el arzobispo Christódulos firmaron una declaración conjunta que fue leída poco antes de las seis de la tarde, hora española, en la colina del Aerópago, lugar desde el que, según la tradición cristiana, san Pablo anunció el Evangelio a los atenienses. Se trata del primer acuerdo desde el cisma de 1054 y, para resaltar la importancia histórica de hecho, al acto acudieron el presidente griego y su primer ministro, el socialista Costas Simitis.En la declaración, que consta de seis puntos, las iglesias católica y ortodoxa condenan 'todo recurso a la violencia, al proselitismo y al fanatismo en nombre de la religión', y piden que las relaciones entre cristianos se caractericen por 'la honestidad, la prudencia y la conciencia de los problemas que se traten'. La Iglesia ortodoxa acusa a la católica de ser especialmente proselitista tanto en la zona balcánica como en Ucrania, donde la comunidad uniata (católicos de rito oriental) ha proliferado desde la caída del comunismo.En el texto, ambos jefes religiosos advierten contra la falta de investigación sobre el significado y el valor de la vida que, en su opinión, se está dando en la evolución social y política del hombre. En este sentido resaltan que 'el desarrollo económico y tecnológico no pertenece en igual medida a toda la humanidad'. Tras condenar la guerra y el hambre y pedir una nueva tregua con motivo de los Juegos Olímpicos de 2004, que se celebrarán en Atenas, apuntan a que el proceso de globalización debe ser una 'globalización fraterna' y piden que la Unión Europea no signifique la pérdida de identidad para los países que la forman.

El Papa y el arzobispo ortodoxo Christódulos (derecha), ayer en Atenas.
El Papa y el arzobispo ortodoxo Christódulos (derecha), ayer en Atenas.AP

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Sobre la firma

Jorge Marirrodriga
Doctor en Comunicación por la Universidad San Pablo CEU y licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra. Tras ejercer en Italia y Bélgica en 1996 se incorporó a EL PAÍS. Ha sido enviado especial a Kosovo, Gaza, Irak y Afganistán. Entre 2004 y 2008 fue corresponsal en Buenos Aires. Desde 2014 es editorialista especializado internacional.

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