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Columna
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La otra Bruselas

Bruselas no es únicamente un centro neurálgico de decisiones políticas comunitarias. Su apego cultural se traduce en un número no demasiado extenso de actividades artísticas en las que se vuelca con esmero. Una de las más destacadas es el festival de música contemporánea Ars música, que, desde hoy hasta el próximo 1 de abril, ofrece 33 actos en 17 lugares de la capital belga o poblaciones cercanas como Lieja y Amberes.

Ars música alcanza su 13ª edición con una magnífica salud. El festival renueva sus atractivos año a año, combinando con habilidad obras de iniciación a la música más rabiosamente actual, estrenos absolutos, teatro musical en su dimensión más abierta, debates sobre la creación o ciclos musicales inspirados por la poesía. Este año ha reforzado su presencia en el mundo juvenil. La estrella del festival es, en la actual edición, el estupendo compositor alemán Wolfgang Rihm, del que se ha programado la integral de sus cuartetos de cuerda (10 hasta el momento) en cinco sesiones, bien monográficas o bien con la compañía de Beethoven, con grupos tan especializados en este repertorio como el Arditti, el Vogler, el Danel o el Artemis. Otro de los momentos culminantes de las jornadas dedicadas a Rihm es la interpretación de Jagden und Formen con el Ensemble Modern de Francfort.

Del italiano Salvatore Sciarrino se atienden sobre todo sus aportaciones al teatro musical con dos títulos tan representativos de su estilo, y por otra parte tan diferentes, como son Luci mie traditrici , ópera en dos actos de 1998, inspirada en un drama barroco de Cicognini, y Lohengrin, basada en un texto de Jules Laforgue, que el propio compositor define como acción invisible. Del bloque que relaciona música y poesía destacan los conciertos alrededor de Celan y Hölderlin, este último con el monumental Scardanelli-Zyklus del compositor suizo Heinz Holliger, que asimismo será el director musical. Al malogrado compositor canadiense Claude Vivier, fallecido en 1983 cuando tenía 35 años, se le dedican cuatro veladas. El clásico del siglo XX más mimado en Bruselas vuelve a ser Luigi Nono, del que se recrean, entre otras, Como una ola de fuerza y luz, Hay que caminar soñando y Caminantes... Ayacucho.

La programación no tiene desperdicio y habla por sí sola de la vitalidad del festival. Capítulo aparte merece, en cualquier caso, la ampliación de actividades en el sector juvenil. Después del éxito en la convocatoria anterior, con más de un centenar de niños de 5 a 14 años de educación general básica, este año se ha abierto la participación a estudiantes de conservatorio y de danza. Tres proyectos, aglutinados alrededor del fenómeno vocal, llevados de la mano por compositores e intérpretes relevantes, desembocan en varias obras experimentales y multidisciplinares que serán mostradas públicamente.

La primera de ellas, Yo no he visto esta historia pero la he escuchado, se presentará esta misma mañana como pórtico del festival y es el resultado de 10 semanas de un trabajo que ha tenido como referencia inspiradora el oratorio Hamletmaschine, de Georges Aper-ghis, basado en la obra dramática de Heiner Müller. El segundo encuentro contará con la colaboración durante una semana y dos fines de semana de seis cantantes, seis bailarines y cuatro músicos en un tema sobre la noche y el día, del que se derivarán consecuencias sobre ritmos, timbres, dinámicas, contrastes, movilidad e inmovilidad, sonido y silencio, siendo el punto de inspiración musical los cuartetos de cuerda de Rihm y Sciarrino. El último de los proyectos, centrado en torno al individuo en soledad o en multitud, reunirá a cuatro compositores, cada uno con grupos de 25 niños, durante cinco semanas, para realizar talleres de creación colectiva, con la asistencia instrumental de varios músicos locales y de la London Sinfonietta. La [Arsmuzikina], como se conoce a esta cuidada actividad juvenil del festival Ars música, imprime un sello de distinción ciudadana y social a una cita ya de por sí imprescindible en función de sus méritos exclusivamente musicales.

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