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Fallece en Amsterdam Ignasi de Solà-Morales, autor de la reconstrucción del Teatro del Liceo

El arquitecto catalán murió en la madrugada de ayer, a los 58 años, de un ataque al corazón

Con el fallecimiento de Ignasi de Solà-Morales desaparece una figura crucial, una personalidad irrepetible, la síntesis del mejor saber arquitectónico, un intelectual que supo desarrollar con equilibrio la teoría y la práctica.

Nacido en 1942, Solà-Morales tuvo el acierto de cursar paralelamente dos carreras. Sus estudios como arquitecto se completaron con los de filosofía. De esta manera constituyó su personalidad intelectual única de arquitecto y filósofo a la vez. Obtuvo la cátedra de Composición arquitectónica en la Escuela de Arquitectura de Barcelona en 1978. En su carrera académica había sido tan precoz como sus maestros Manfredo Tafuri, que fue catedrático de Historia de la Arquitectura en la Universidad de Venecia en 1968, y Xavier Rubert de Ventós, catedrático de Estética en la Escuela de Arquitectura de Barcelona desde 1971.

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Ignasi de Solà-Morales no sólo era una persona sumamente sabia, con el mejor fair play para resolver cualquier situación, sino que estaba profundamente comprometido con la sociedad. Su espíritu de servicio le llevó a intervenir en obras tan necesarias como polémicas, como la construcción de la réplica del pabellón de Mies van der Rohe en Montjuïc (1986) o la reconstrucción del Liceo (1999), obra en la que tuvo que conciliar todo tipo de visiones, compromisos y presiones.

La aportación de Solà-Morales al campo de la historia, la teoría y la crítica de la arquitectura no ha podido ser más trascendental. Habiendo desaparecido en Cataluña cualquier línea moderna de interpretación durante el franquismo, Solà-Morales reforzó un nuevo método de trabajo, que había echado a andar con las investigaciones de Alexandre Cirici y Oriol Bohigas, y que él consolidó con una amplia escuela de discípulos. Muchos arquitectos y profesores no sólo hemos aprendido de sus ideas, sino que nuestros inicios estuvieron estrechamente ligados a su generosidad intelectual.

Las interpretaciones de Ignasi de Solà-Morales se han centrado tanto en la historia local -Gaudí (1983), Jujol (1990) y Eclecticismo y vanguardia. El caso de la arquitectura moderna en Cataluña (1980) son algunas de sus obras- como en sus trabajos de teoría, de amplia proyección internacional. Posiblemente, Solà-Morales era el crítico de arquitectura español con más prestigio en el extranjero.

En Diferencias. Topografía de la arquitectura contemporánea (1995), probablemente su trabajo más riguroso, planteó certeramente la situación actual de dispersión, en sintonía con las interpretaciones posestructuralistas de Gilles Deleuze, Gianni Vattimo, Peter Eisenman y Rem Koolhaas. En el ensayo Lugar: permanencia o producción se oponía a un concepto estático y sagrado de lugar, sustituyéndolo por la idea de flujo, dinamicidad, conjunto de acontecimientos y punto de encuentro de energías en el sitio en el que se construye.

La aportación de Solà-Morales no se ha producido sólo en el campo académico, teórico y arquitectónico, sino también en el editorial. Dirigió la colección Arquitectura y Crítica (Gustavo Gili), que vertió al castellano textos de los críticos contemporáneos más influyentes: Peter Collins, Colin Rowe, Alan Colquhoun, Aldo Rossi, Giorgio Grassi, Carlo Aymonino y Manfredo Tafuri, entre otros.

Heredero del pensamiento crítico y tipológico italiano, su línea de investigación durante la década de 1970 y principios de la de 1980 se dirigió hacia el estudio de las tipologías arquitectónicas. Con una visión mucho más rigurosa, culta y estructuralista que la de Nikolaus Pevsner en su Historia de las tipologías arquitectónicas (1976), Solà-Morales propició estudios sobre la vivienda masiva, los teatros, los museos, la arquitectura industrial y el espacio público. Fruto de estas investigaciones fueron las restauraciones y ampliaciones de diversos teatros catalanes a finales de la década de 1980, que culminaron con la reconstrucción del Liceo.

Durante esos mismos años proyectó varias viviendas unifamiliares en la Costa Brava, que fueron interpretadas como muestras conspicuas de la Escuela de Barcelona. Paulatinamente, sus intervenciones aumentaron de tamaño y representatividad; proyectos de centros escolares, rehabilitación de edificios históricos -como la reconversión del Pati Llimona de Barcelona en centro cívico (1983-1991)- y planes urbanísticos como la zona Joliette-Saint Charles de Marsella (1993).

La figura de Ignasi de Solà-Morales se explica, pues, dentro de la más pura tradición arquitectónica de Barcelona. Su desaparición deja sin paternidad intelectual a muchas generaciones de arquitectos y críticos.

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