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El enfrentamiento de Tabasco amenaza con provocar un cisma en el PRI

Juan Jesús Aznárez

El Tribunal Electoral de México anuló el pasado viernes las elecciones a gobernador de Tabasco, que habían dado la victoria al candidato del PRI, Manuel Andrade. El partido utilizó entonces su mayoría parlamentaria para reformar la ley y nombrar interino a Enrique Priego, uno de los colaboradores del gobernador saliente, Roberto Madrazo. La oposición se rebeló y nombró otro interino, que paradójicamente es el secretario general del PRI del Estado, Adán López, conocido por su talante negociador. En medio del lío, Madrazo abandonó el país y la oposición amenaza con llevarlo ante los tribunales para que justifique las anomalías del proceso electoral y la procedencia de los recursos millonarios invertidos en la campaña.

Son tan numerosas y enconadas las fricciones observadas en el seno del PRI, derrotado por primera vez en unas elecciones presidenciales el pasado 2 de julio, que muchos analistas anticipan una escisión de alcance nacional. El temido cisma quedaría consumado entre los llamados dinosaurios, a quienes se atribuyen las posiciones más nacionalistas y las corruptelas que labraron la ruina de la imagen del PRI, y los tecnócratas, acusados por los primeros de gatopardismo y delictiva obsesión por la estabilidad económica en detrimento de 40 millones de pobres. Las diferencias son, sin embargo, de mayor calado.

Madrazo, se proclama abanderado del 'priísmo auténtico', llamada corriente 'de los dinosaurios mañosos' por sus detractores. Ambiciona la jefatura de un movimiento que lo fue todo en este país de cien millones de habitantes, y que se encuentra inmerso desde el verano en un periodo de cambios sin precedentes desde la revolución de principios de siglo. El ex gobernador agrupa a una parte de los líderes regionales priístas y disputa el control del partido a políticos procedentes de la Administración del ex presidente Ernesto Zedillo (1994-2000) y de otros sectores.

La convivencia en el PRI es tan precaria que Dulce María Sauri debió ser ambigua tras la anulación de las elecciones a gobernador de Tabasco. La decisión del Tribunal Electoral es 'ilegal e inaceptable', declaró Sauri. No obstante, la acató porque dentro del PRI hay también facciones que secundaron la sentencia que constató la compra de votos a favor del candidato protegido por Madrazo y la falta de equidad en la distribución de los espacios propagandísticos en la televisión del Estado, controlado por la mayoría parlamentaria leal al gobernador saliente.

Las turbulencias de Tabasco, con la actual dirección nacional del partido respaldando la designación del madracista Priego y 10 ex presidentes priístas en el Estado apoyando a López, distraen el errático proceso hacia la cohesión interna. El partido aparece fragmentado por las ambiciones y por las diferencias surgidas después de que el 2 de julio pasado desapareciera la argamasa del poder. La situación creada en Tabasco y los chanchullos y manipulaciones de la legalidad vigente evocan, para desgracia del grupo fundado por Plutarco Elías Calles, vicios antiguos.

'En lugar de dedicarse a la reconstrucción del partido', señala el analista Sergio Aguayo, 'la dirección nacional del PRI está distraída en la guerra de Madrazo'. Mientras, el mundo los percibe 'como un partido atrasado que contradice en los hechos el discurso de partido moderno y respetuoso de los principios', según Aguayo. El conflicto de Tabasco, agrega, afectará 'el discurso anticon servador que está intentando armar el PRI, y los priístas inteligentes se verán en el difícil dilema creado por este asalto a la razón que preserva la transa como método político'.

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Ahora bien, el Partido Revolucionario Institucional dista de ser una fuerza marginal. Su candidato presidencial en julio, Francisco Labastida, obtuvo 13,5 millones de votos, contra los 16 millones de Vicente Fox, y sus parlamentarios constituyen la primera minoría de un Congreso dividido en tercios.

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