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El trofeo de guerra jíbaro

Juan Arias

La pieza más codiciada y visitada de la muestra es el trofeo de guerra tsantsa de los indios jíbaros, aborígenes de la región suroeste de Ecuador y de los tyveros de Perú que por primera vez se puede observar en Brasil. Se trata de una pieza muy codiciada por esta tribu. Es un trofeo de guerra, hecho con la cabeza de un enemigo que, tras ser decapitado, ha sido reducida a una quinta parte de su tamaño natural, según el famoso rito jíbaro, que obliga también a cerrar todos los orificios de la cabeza para impedir que a través de ellos pueda escaparse el espíritu de venganza del muerto. El proceso del tsantsa dura una media de siete días. Cuando la cabeza ha quedado reducida al tamaño de una naranja se coloca en la punta de un asta de madera y adornada, a veces, de manera que la víctima queda ridiculizada.

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Acabado el proceso tiene lugar la gran fiesta para que el poblado reciba el trofeo con una larga ceremonia que incluye danzas y ritos religiosos, con ayunos obligatorios.

En realidad al trofeo no se le atribuyen efectos maléficos o de brujería y al final de tanta ceremonia religiosa acaba, paradójicamente, como un juguete más para que se diviertan los niños del poblado.

El rito del tsantsa se realiza porque se supone que con él se paraliza el espíritu de venganza del enemigo con el poder que se llama tsaratuma. Para los jíbaros el poder del alma está en la cabeza. Todo el rito de encoger la cabeza del enemigo tiene sentido sagrado. Apenas capturado el enemigo se procede a cortarle la cabeza aún vivo. Y enseguida se separa cuidadosamente la piel y el pelo del cráneo. Una vez preparada así la cabeza se la hierve en un recipiente sagrado. Para irla reduciendo de tamaño, los jíbaros usan una técnica especial con piedras y arena calientes. La arena entra por los orificios de la nariz y de los oídos donde las piedras no podrían entrar. Las fiestas rituales pueden durar en tres fases hasta un año de duración.

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