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LA LUCHA CONTRA LAS MAFIAS

Crece la criminalidad organizada del Este

Las nuevas mafias, una amenaza para Europa

La caída del telón de acero y el final de la guerra fría liquidó el conflicto Este-Oeste. No obstante, la apertura de fronteras ha dejado abiertas las puertas de Europa a organizaciones criminales procedentes de los antiguos países del llamado socialismo real.

Si Carlos Marx resucitara, tal vez se vería obligado hoy en día a cambiar la frase inicial de su famoso manifiesto. En vez del fantasma del comunismo, hoy recorre la vieja Europa el de la delincuencia organizada, procedente precisamente de los países donde en su día estuvo implantada como doctrina oficial la ideología marxista. El narcotráfico y los negocios relacionados de lavado de dinero, comercio ilegal de sustancias radiactivas, contrabando de seres humanos, redes internacionales de robo de coches y trata de blancas serán competencia de la futura policía europea. Hasta que la Europol consiga ponerse en marcha, todos estas especialidades parecen en manos de la criminalidad organizada, en gran parte desde los países del Este y Centroeuropa, donde hace tan sólo una década mandaba el llamado socialismo real. Los periodistas alemanes Jürgen Roth y Marc Frey estiman, en su libro Europa en manos de la mafia, que el crimen organizado maneja un volumen de negocios equivalente a medio billón de dólares, una cantidad equivalente al producto interior bruto (PIB) de España. La Interpol considera que, superada la amenaza comunista, en Centroeuropa han sentado sus bases las organizaciones especializadas en narcotráfico, contrabando de armas, prostitución, extorsión o lavado de dinero.

Cálculos policiales estiman que el 80% de la heroína que llega a Europa Occidental lo hace a a través de la ruta de los Balcanes desde sus lugares de origen en Afganistán, Pakistán o Turquía. Según un reportaje de la revista Time, publicado a fines de noviembre, dos grupos, turcos y albaneses, se han divido el negocio entre ellos: Alemania y los Países Bajos para los turcos y Suiza y Escandinavia para los albaneses.

El régimen de Belgrado acusa a la guerrilla independentista albanesa de Kosovo de financiarse con dinero procedente del narcotráfico. Entre las quejas de las autoridades de Belgrado surge siempre el lamento contra la incomprensión de Occidente, que no advierte esto. Al mismo tiempo, a pocos kilómetros de la capital yugoslava, se abre todos los domingos un mercado de coches con variedad de matrículas de países europeos y de más que dudosa procedencia. El robo y contrabando de coches en Europa occidental, para venderlos luego en el Este, se ha convertido en una de las fuentes de ingresos de las nuevas mafias.

La policía federal criminal alemana (BKA), en su informe sobre la criminalidad organizada del año 1997, analiza 594 procedimientos de investigación, con 8.098 sospechosos procedentes de 100 países. Casi un 40% de los sospechosos son alemanes, pero el resto se reparte entre 930 turcos, 481 serbios y montenegrinos originarios de lo que queda de Yugoslavia, 396 polacos, 202 de los diferentes países de la antigua Yugoslavia y 195 rusos. Una auténtica ONU de la delincuencia.

Ningún campo que pueda producir fáciles ganancias parece ajeno a las actividades de estas modernas mafias. Una compañía húngara se especializó en una red de contrabando de petróleo entre Rusia, Hungría y Eslovaquia. Cuando en 1995 el Gobierno la cerró, se comprobó que el año anterior se había embolsado 160 millones de dólares (22.400 millones de pesetas al cambio actual).

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