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Reportaje:

La moda americana celebra el triunfo de lo pragmático

La 'modestia' en el vestir incorpora ropa que parece vieja

El pasado fin de semana ha terminado la Semana de la Moda en Nueva York, en la que 50 diseñadores americanos, desde Calvin Klein y Ralph Lauren hasta nuevas promesas como Vivienne Tam, han mostrado sus colecciones de otoño, y al mismo tiempo se ha inaugurado en el Metropolitan Museum una exposición sobre vestuario femenino a partir de la segunda posguerra mundial. Los dos acontecimientos coinciden en celebrar un regreso al "ingenio americano" (de hecho, ése es el título de la muestra del Metropolitan) y una culminación de la apuesta, a veces excesiva, por la sobriedad que ha marcado a esta década.La semana se abrió con un desfile de Donatella Versace, que presentaba su primera colección (Versus) en Estados Unidos después de la muerte de su hermano en Miami, y se cerró con Calvin Klein, más convencido que nunca de su apuesta por el pragmatismo. Donatella, por su parte, ha abandonado los collages de color chillón propios de la marca italiana para subirse al carro del negro neoyorquino, estricto y austero, liderado por Donna Karan, que irónicamente esta temporada parece relajarse y aceptar el gris.

Y es que este año culmina esa tendencia tan años noventa del llamado understatement, un término. que se refiere a la modestia (a menudo falsa) en el vestir y al abandono de florituras y excesos. Bill Blass, Óscar de la Renta y Anna Sui son algunos de los diseñadores que han mostrado ropa engañosamente sencilla, que parece vieja y encontrada en un mercadillo callejero, pero que en realidad está sabiamente, impregnada de un toque de espectacularidad y sofísticación.

¿Es que ha muerto definitivamente el glamour y se ha impuesto el estilo sport de Ralph Lauren? En un editorial del New Yorker, dedicado a la moda, Kurt Andersen escribe sobre el triunfo de lo explícito y cita una estadística- según la cual el año pasado cada americano alquiló como media seis películas pornográficas en el videoclub. No es un comentario social fuera de tono en un país en donde el sexo viaja en metro, Hollywood celebra el porno y el semanario Time y las revistas de moda discuten los cambios de peinado, pintalabios y vestuario de Paula Jones y Monica Lewinsky.

La ropa de sport, que también se está llamando minimalista, ha estado omnipresente en los desfiles de Carolina Herrera, Nicole Miller, Yeohlee e incluso Diane von'Furstenberg, así como en la colección, de Helmut Lang, que en vez de hacerla en una pasarela, la ha distribuido por CD-ROM y en Internet. Son pantalones, jerséis y faldas que se pueden llevar, y de hecho se llevan, por la calle sin llamar la atención.

La exposición del Metropolitan Museum, titulada Ingenio americano, es un homenaje al pragmatismo de los diseñadores americanos que en la segunda posguerra mundial aprovecharon el derrumbe de la industria francesa para imponer el estilo Norman Rockwell, la funcionalidad en el vestir y el estilo sport de nombres como Anne Klein, Perry Ellis y Claire McCardell, Es la ropa de la gran democracia americana, que va desde La fiera de mi niña hasta Aquellos maravillosos años, y que Herbert Muschamp compara con la arquitectura libre de Frank Lloyd Wright

La exposición cae en un año ideal no sólo por la coincidencia de criterios que se han visto en relación con la Semana de la Moda, sino por un momento cultural de Estados Unidos en el que Robin Williams gana un Oscar por decir en El indomable Will Hunting que añora las flatulencias de su esposa muerta; Barbra Streisand declara que su marido James Brolin se despierta por la noche para mirarla y asegurarse de que es verdad, y James Cameron exclama directamente que es el rey del mundo. Los símbolos de aparente ingenuidad, además del ingenio, también se importan: apagado ya el cigarrillo como modelo de sofisticación, ahora lo último es llevar un chupa-chups español en la boca en inauguraciones, desfiles y fiestas. Este año se regalaba un chupa-chups a todos los que entraban a la recién inaugurada exposición de fotografías de Yves-Saint Laurent en el Soho. La moda es uno de los sectores que mejor están aprovechando el resurgir económico de Nueva York. Unas 225.000 personastrabajan en el mercado de la moda neoyorquino, generando 1.9.000 millones de dólares (unos tres billones de pesetas) al año.

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