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El Orfeón Donostiarra vive con Claudio Abbado su noche más hermosa

Numerosas estrellas en el concierto de fin de año de la Filarmónica de Berlín

El Orfeón Donostiarra actuó ayer en el concierto de fin de año de la Filarmónica de Berlín, dirigido por Claudio Abbado y con algunas de las estrellas actuales más destacadas de la lírica o del mundo instrumental. Los cantantes Anne Sofie von Otter, Bryn Terfel y Roberto Alagna, el violinista americano Gil Shaham y el pianista ruso Mikhail Pletnev participaron en un concierto de corte popular e inspiración española que incluía una selección de seis fragmentos de la ópera Carmen de Bizet, la fantasía sobre Carmen de Sarasate, la Rap sodia española de Ravel, la danza del fuego de El amor brujo de Falla, la Rapsodia sobre un tema de Paganini de Rachmanimow y dos danzas húngaras de Brahms.

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Berlín, un abanico de tentaciones

Esta tarde se repetirá el mismo programa siendo televisado en directo por el canal alemán ZDF y en diferido por cadenas de la mayoría de los países del mundo civilizado.El flechazo de Abbado y el Donostiarra surgió el pasado octubre en Madrid en el concierto inaugural de la temporada de Ibermúsica con la Segunda de Mahler. La armonía y el buen entendimiento de los cantores vascos con los filarmónicos berlineses tiene un fundamento sólido en la actitud de entrega e ilusión que ambas agrupaciones mantienen respecto al hecho musical. El Orfeón regaló ayer a cada uno de los instrumentistas de la Filarmónica de Berlín un vídeo de su concierto popular de Anoeta del pasado verano, y a Abbado una makilla (bastón de mando vasco).

El director italiano lo mostraba con orgullo en su camerino después del concierto, al mismo tiempo que reivindicaba su origen español y reiteraba el ofrecimiento al Donostiarra para que participe con la Filarmónica de Berlín en el Festival de Pascua de Salzburgo del año 2000 en las representaciones de la ópera Simón Boccanegra de Verdi.

Frases cálidas

El concierto de ayer comenzó con varias sesiones de Carmen, una ópera con la que Abbado (al margen de su posible ascendencia sevillana) se encuentra muy a gusto, y de la que protagonizó una versión histórica en el Festival de Edimburgo de 1977 con Teresa Berganza y Plácido Domingo. Apoyados en un acompañamiento orquestal pleno de sugerencias, Roberto Alagna fraseó con calor y magnífica línea el aria de la flor de Don José, Bryn Terfel fue un comunicativo y poderoso toreador, y la exquisita Anne Sofie von Otter resolvió con cierto amaneramiento y sin penetrar en el estilo algunas páginas célebres de, la cigarrera andaluza.El Orfeón Donostiarra, que en el primer ensayo con piano mostró cierto atenazamiento, dureza y acadernicismo, teniendo que ser corregido frecuentemente por Abbado, se creció en el concierto sacando a flote con generosidad todo lo que le ha hecho justamente célebre: sonoridad cálida, impecable equilibrio entre familias vocales, expresión intensa y efusiva, gama dinámica amplia, resolución de los agudos sin perder jamás la musicalidad ni caer en el grito, nianísimos matizados Y sobretodo corazón, mucho corazón. Para ellos fueron los últimos aplausos del maestro Abbado cuando compareció en solitario en los saludos finales. Como dato curioso-, las chicas del Orfeón salieron vestidas con unos foulards de colores variados para favorecer contrastes televisivos.

La noche tuvo de principio a fin sabor español y a la ópera de Bizet se unieron la fantasía sobre Carmen de Sarasate con un virtuoso y espectacular Gil Shaham, la Rapsodia española de Ravel con una orquesta plena de poder y matización en la conformación de planos, y la danza del fuego de El amor brujo. Pletnev aportó desde el piano serenidad a la Rapsodia sobre un tema de Paganini y la orquesta finalizó en plan de apoteosis con dos danzas húngaras de Brahins.

El Donostiarra había ya actuado en Berlín en 1973 con Rafael Früheck de Burgos. El concierto de ayer fue, no obstante, un hito en su carrera por la repercusión mundial y marca, quizá, el comienzo; de una proyección internacional continuada.

No podía cerrar de forma más brillante el Donostiarra su primer centenario. Asistió Daniel Bareriboim y un reducido grupo de españoles con el cónsul de Berlín a la cabeza. Ningún cargo político representatvo del Ministerio de Cultura, del gobierno vasco, del Ayuntamiento de San SebastiánÍ de la Diputación Vasca, ni siquiera el presidente del Orfeón, estuvieron presentes ayer en Berlín.

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