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Manfredi sostiene que los actores siempre tienen "un punto de locura"

El intérprete italiano estrena 'Colpo di luna' en España

Miguel Ángel Villena

Mito de la comedia italiana, intérprete de una de las obras maestras del cine español, El verdugo, Nino Manfredi (Castro dei Volsci, 1921) mantiene una actividad desbordante como maestro ya de actores iItalianos. "Un punto de locura, un niño dentro y alguien que desea provocar la sonrisa en la gente" suenan como las tres recetas que Manfredi ofrece de una profesión a la que ama. El actor estrena hoy en España Colpo di luna, dirigida por el debutante Alfredo Simone y uno de sus últimos trabajos.

Manfredi aceptó uno de los papeles de Colpo di luna porque le interesó el tema. Este actor, que ha rodado a las órdenes de grandes del cine, italiano, como Mauro Bolognini, Dino Risi o Ettore Scola, quedó cautivado por una historia de locos que ha ideado y, dirigido Simone, un siciliano de 38 años. Ambientada en Sicilia, Colpo di luna narra el regreso a su pueblo natal de un científico que descubre que su hijo se encuentra internado en una comunidad terapéutica para desequilibrados."El amor es, sin duda, la mejor recomendación para cualquier tratamiento", comentó Manfredi en conversación telefónica. "En esa visión radica una de las enseñanzas de Colpo di luna", señala el veterano actor que encarna el personaje de un anciano trabajador recluido en el centro psiquiátrico. El científico protagonista, que interpreta el turco-francés Tchéky Karyo, entra en contacto con una filosofia vital sencilla que pondrá en la picota muchos de los valores que han sustentado su vida.

"Me gusta intervenir", confiesa Nino Manfredi, "en filmes que resulten útiles, para la gente. Creo que el público me quiere y me aplaude porque he procurado transmitirle una sonrisa en la boca". Este artista de la pantalla concede mucha importancia a la infancia como aprendizaje. "Los intérpretes siempre cuentan fábulas que responden al niño que llevan dentro", dice.

De hecho, la única película que Manfredi ha escrito, dingido e interpretado -Per grazia ricevuta (Las tentaciones de Benedetto)- trató de liberar los fantasmas de su represión religiosa. "Mi madre era una ferviente católica", subraya el actor, "y yo fui educado en medio de obsesiones sexuales y morales, de una insoportable angustia acerca de la existencia de Dios. Para liberarme de todas esas dudas hice la película. Quise reflejar en aquel filme que la religión es, sobre todo, un antídoto contra la muerte".

Manfredi atribuye. a las casualidades que no haya vuelto a trabajar en el cine español tras su memorable actuación en 1963 en El verdugo, de Luis García Berlanga.

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