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Enterrados a toda prisa y sin velatorio los rebeldes muertos en el rescate en Perú

Juan Jesús Aznárez

El presidente peruano, Alberto Fujimori, negó ayer que las tropas que asaltaron la Embajada peruana ejecutaran a sangre fría a los secuestradores. "Es completamente falso", dijo Fujimori en una entrevista a Reuter. Sin embargo, uno de los participantes en el ataque aseguró anteriormente a la agencia británica: "Había orden de no dejar ni uno solo vivo". Entretanto, Néstor Cerpa Cartolini, el líder de los rebeldes, su lugarteniente, Rolly Rojas, El Arabe, y los otros 12 miembros del comando, muertos todos en la audaz operación militar del pasado martes, fueron enterrados a toda prisa y sin velatorio y despistando a sus familias.

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Entre reclamaciones y protestas, las autoridades militares peruanas burlaron a todos y, con estrictas medidas de seguridad, llevaron los cuerpos de los jefes del comando procastrista a un cementerio diferente al indicado en principio. "Eso es una burla", declaraba un familiar.Cerpa, de 44 años, y Rojas, de 34, fueron sepultados la noche del jueves, con la sola presencia de sus parientes más cercanos, en los camposantos de Lurín y Lurigancho. A las 17.40 se había comunicado la autorización del sepelio en Chorrillos, tal como se había solicitado. Numerosas personas aguardaron allí hasta las nueve de la noche, ajenos a la maniobra de distracción. Después se supo que, casi clandestinamente, se apremió el funeral de Cerpa en el cementerio de Lurín. Fueron avisados únicamente su tía Rosa y unos pocos familiares. La madre y el hijo del difunto, de 10 años, viven en Francia.

En San Juan de Lurigancho eran inhumados, mientras tanto, los restos de Rolly Rojas. Sólo pudieron asistir su madre y dos hermanos, a quienes no se permitió elegir cementerio ni velar el cadáver. "Nadie podrá matarte, hijo mío", lloró su madre. Sin mayores trámites, agentes de civil sacaron el ataúd del coche mortuorio y lo introdujeron en el nicho. No había sido cerrada la tumba cuando llegaron apresuradamente los otros seis hermanos y varios primos, enterados del lugar por la radio. Se registraron entonces choques verbales con algunos miembros de los cuerpos de seguridad presentes.

Un día antes habían sido enterrados el magistrado Giusti y el teniente coronel muertos en la operación de rescate. El jefe militar, Juan Valer, fue instructor de Kenji Fujimori, hijo del presidente, que viajó de EE UU a Lima. "Me convierto en una fiera cuando tocan a mi patria, y eso es lo que han hecho los terroristas al tocar la residencia", dejó escrito en una carta. Y saliendo al paso de la generalizada euforia por el éxito del asalto, celebrado por muchos porque murieron los 14 emerretistas, el arzobispo de Lima, Augusto Vargas, instó a la caridad cristiana: "No debemos alegrarnos, sino lamentar la muerte de estas 14 personas equivocadas".

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