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Demócratas contra republicanos

Emilio Menéndez del Valle

Se abre hoy, en Chicago, la Convención del Partido Demócrata norteamericano, lo que supone la ofensiva final programática, ideológica y gestual para revalidar a Clinton como presidente en las elecciones del próximo noviembre. Debido en gran medida al control del Congreso por los republicanos, la coherencia y la contradicción han alternado en la política del sucesor de George Bush. La imposición de la paz en Bosnia y el alto el fuego en Líbano en lo exterior o la aprobación de legislación social y sanitaria progresista (aunque menos de lo deseado y propalado) en lo interno pertenecen al activo. Lo más llamativo del pasivo lo integran las absurdas leyes extraterritoriales Helms-Burton y D'Amato que, como es sabido, persiguen, prepotentemente, castigar a todo aquél, norteamericano o no, que invierta en Cuba y en Irán o Libia.Si quisiéramos resumir lo que esencialmente separa al Partido Demócrata del Republicano podríamos hacerlo resaltando aquello de lo que este último alardea en la carrera electoral: menos papel posible del Estado, menos impuestos y "respeto por los valores tradicionales" o "básicos". Las dos primeras propuestas (menos Estado y menos impuestos) se anulan mutuamente cuando se anuncia -como ha hecho el candidato republicano Dole- la intención de reactivar el costosísimo proyecto estatal de guerra de las galaxias". No puede haber al mismo tiempo dinero para todo. Caso de acceder a la presidencia en noviembre, pocos meses después oiríamos de labios de Dole algo tan convincente, moral y políticamente, como la reciente manifestación de Aznar: "¡Ya me gustaría a mi poder no subir los impuestos!".

Algo, más serio, aunque oportunista, es el tercer argumento republicano, el referido a los "valores tradicionales". Parlamentarios, líderes y el propio Dole lo enmarcan en un contexto que traducen como "decadencia moral de la sociedad nortearnericana", sociedad que, segun habría perdido a Dios y donde la familia y el honor, también olvidados, han de ser reencontrados. Aspiraciones que se entrecruzan con el rechazo frontal del aborto cuya consideración como cuestión de conciencia se niega y del que ni siquiera se admiten los supuestos de violación o peligro para la vida de la madre. Pero también con el tratamiento de los inmigrantes ilegales como delincuentes carentes de derechos (al parecer lo mismo opinan el gobernador civil de Girona y dos alcaldes de CiU) y la necesidad de eliminar la denominada discriminación positiva, esto es, la de tratar -con intención de beneficiarios- desigualmente a los que son, por razones socioeconómicas, desiguales. A pesar de que una curiosa oveja negra -sólo el 3% de los delegados de la pasada convención republicana eran negros-, el general Colin Powell, alzó su voz en contra ("creo en el derecho de la mujer a elegir y apoyo la discriminación positiva'"), éstos son los "valores básicos" defendidos por los republicanos.

En este marco, Bob Dole acusa a la Administración Clinton de propiciar el materialismo a expensas de los citados valores. The New York Times, por un lado y Ross Perot, el líder del tercer partido en discordia, por otro, han puesto en solfa tal dislate. El diario, al escribir que "la promesa de Dole de rebajar sustancialmente los impuestos parece ciertamente más adecuada para favorecer la avaricia que el desarrollo espiritual". El multimillonario candidato del Partido de la Reforma -paradójicamente y refiriéndose a los delegados republicanos (de los cuales uno de cada cinco era millonario)- diciendo: "¿Han visto ustedes esos yates en el puerto de San Diego? Estos tipos quieren algo a cambio".

Es de esperar que durante los próximos cuatro días el Partido Demócrata sepa presentar una alternativa clara y responsable. Alejada lo más posible (del todo no lo es, dada la innata escenografía norteamericana) de posiciones espectacularmente ambiguas, de forma que los votantes puedan distinguir los auténticos valores morales.

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