_
_
_
_
_
Entrevista:

"No negocio con mi inocencia"

Dos días después de que el fiscal general del Estado, Alfonso Valdivieso, denunciara penalmente ante el Congreso al presidente Ernesto Samper por encubrimiento, enriquecimiento ilícito, falsedad y fraude, EL PAÍS estuvo con el primer mandatario en la Casa de Nariño, sede de la jefatura del Estado colombiano. Este hombre, que en agosto cumplirá 46 años, defiende su verdad. Se le nota el dolor, pero habla con tranquilidad.Pregunta. ¿No sería mejor una salida digna para evitarle al país, a usted y a su familia más vergüenza, una agonía más lenta?

Respuesta. La gente parte del supuesto de que una salida mía arreglaría todos los problemas como por arte de magia.

P. Empezarían a arreglarse los problemas...

R. Yo estoy convencido de lo contrario. El país no puede caer en la posición indigna de que el presidente se retire sin ni siquiera haber tenido la posibilidad, que se le debe brindar a cualquier ciudadano, de poder demostrar su inocencia.

P. Pero su salida podría ser el comienzo de un camino también largo, para que Colombia empezara a quitarse el peso de la narcopolítica.

R. Los más beneficiados de que este proceso terminara de una manera tumultuosa y confusa serían los propios narcotraficantes, que sin poner una bomba como la ponían en la época de Pablo Escobar, habrían logrado prácticamente desestabilizar la democracia.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

P. Usted es un avezado político. ¿Cómo piensa que la gente puede creer que todo ocurrió a sus espaldas? Como dijo Pedro Rubiano, presidente de la Conferencia Episcopal colombiana, hace pocos días: "Es como si un elefante entrara a la casa y uno no lo viera".

R. Es que tal vez mi diferencia zoológica con Rubiano es que pienso que quizá entró no un elefante, sino otro animal. Inclusive algunos pudieron robar el animal desde el jardín y eso es lo que quiero que se establezca. No sólo en mi propio beneficio, sino en beneficio de la verdad completa... Una verdad a medias no me exonera.

P. En el año y medio que lleva la crisis política en Colombia usted ha ido cediendo... Ya acepta que se ingresó dinero del narcotráfico en su campaña electoral de 1994. Afirmó que asume la responsabilidad política de lo que hicieron otros. ¿Quiere esto decir que ha ido cediendo terreno, que se ha ido debilitando su Posición?

R. Quiere decir que a medida que se han ido investigando y aclarando los hechos, yo he ido fijando mi posición. No la he variado sino en la medida en que los hechos me han señalado que hay unas realidades distintas.

P. Y esta responsabilidad política por lo que otros hicieron, ¿no implica que debería usted renunciar?

R. Yo no acepto que el juicio sobre la relegitimación de mi mandato empiece por colocar mi cabeza inocente sobre una bandeja de plata para servírsela a mis enemigos. Yo estoy dispuesto a partir de la decisión sobre mi propia conducta, de hacer un análisis de las condiciones de gobernabilidad de Colombia. La fórmula de relegitimación política de mi mandato podría ser una consulta popular o un Gobierno de coalición o una anticipación de las elecciones si se llegara a dar el caso.

P. ¿Un capitán de barco no debe asumir la responsabilidad por lo que hizo su tripulación?

R. Un capitán de barco nunca se baja cuando el barco está haciendo agua. No voy a abandonar la nave. Renunciar sería un acto de cobardía que no perdonaría ni yo, ni el país, ni mis hijos.

P. En 1986, refiriéndose a un momento de crisis del presidente Belisario Betancur, usted afirmó que era absurdo pensar que renunciar era manifestación de debilidad. ¿No se le puede aplicara usted el mismo argumento ahora?

R. Sólo se puede analizar desde el punto de vista de la inocencia. Si se plantea que renuncie aunque sea inocente, yo contesto: ¿Es entonces el Gobierno para los culpables?

P. ¿No le duele que en este momento el país esté enfrentado a falsos dilemas? Se dice que quien no está con usted es progringo, que está a favor de la oligarquía y del neoliberalismo...

R. Claro que me duele. Pero las dificultades de gobernabilidad que está atravesando Colombia no las creé yo. Fueron los que utilizaron esta crisis para exacerbar sentimientos de clase o para crear falsos sentimientos nacionalistas o para desarrollar formas de desestabilización democrática, incluso terroristas.

P. Pero, se está azuzando desde el mismo Gobierno con las posiciones populistas...

R. Detrás de todo esto hay una agenda oculta por parte de personas que no están de acuerdo con el modelo alternativo de desarrollo que yo he venido cumpliendo y desarrollando. Personas que no están de acuerdo con el manejo nacionalista que el Gobierno le ha dado a ciertos programas, especialmente los relacionados con el narcotráfico.

P. ¿A qué se refiere exactamente con esta agenda secreta?

R. Creo que lo que ha estado en juego detrás de todo esto es el enfrentamiento de dos proyectos políticos.

P. Pero incluso en Planeación Nacional se afirma que el neoliberalismo de César Gaviria [anterior presidente y actual secretario de la Organización de Estados Americanos] no fue tan feroz como se quiere mostrar y que su programa social, por esta crisis, no se ha podido llevar a cabo. Entonces es una mentira la que enfrenta hoy al país...

R. Hemos estado divididos en dos grupos irreconciliables. Algún día me pronunciaré para explicar esto que voy a decir: Aquí hay algunos que hemos estado buscando la verdad y otros que han estado buscando el poder.

P. Se afirma que las manifestaciones de apoyo a su gobierno se han hecho con gente de las oficinas del Gobierno que estaban casi obligadas...

R. Esto es ridículo. Lo que pasa es que hay una falsa conciencia de que todo lo del pueblo es robado. Si el pueblo sale a manifestarse, es por estar obligado; que si el pobre come pollo es porque robó el pollo. Lo que pasa es que este país cree en el modelo de desarrollo que estoy ofreciendo.

P. ¿Pero usted se mantiene en el poder gracias al apoyo popular o al apoyo del grupo Santo Domingo, uno de los más poderosos del país?

R. Me mantengo gracias al apoyo de ese 47% de la población que a pesar de todas las dificultades sigue diciendo en las encuestas que cree en mí.

P. ¿No piensa a veces que hubiera sido mejor haber sacado la verdad desde el comienzo, cuando salieron las primeras pruebas, y haber evitado todo este sufrimiento?

R. Yo pedí la verdad. A la gente se le olvida que a las 24 horas de conocerse los hechos relatados en unos casetes solicité la investigación a la Fiscalía. Estaba absolutamente convencido de que la verdad era lo que más nos convenía; todavía lo estoy.

P. Pero haber hablado sobre la actuación de sus inmediatos colaboradores, el ex ministro de Defensa, Fernando Botero, el ex tesorero de su campaña electoral, Santiago Medina...

R. ¿Cómo podría yo haber encubierto algo que no conocía? ¿Puede usted encubrir algo que no conoce? A lo largo de este proceso yo sólo he dicho dos verdades de las cuales no me he movido. La primera, que soy inocente. La segunda, que no negocio con mi inocencia.

P. ¿Hasta cuándo va a continuar esta pelea entre usted y el ex ministro Botero; que ya algunos califican de pelea de verduleras?

R. Yo no estoy peleando con el ex ministro Botero,. no le estoy incriminando. Algunos datos, algunas apreciaciones que él ha presentado, comprometen el buen nombre del Gobierno. Yo tengo que salir a defender al Gobierno cuantas veces sea necesario. En la parte personal le contestaré ante los estrados judiciales.

P. El vicepresidente Humberto de la Calle afirmó, hace un tiempo, que no ponía la mano en el fuego por usted. En este momento, ¿por quién la pone usted?

R. En mi condición de presidente respondo por la honestidad de todos los colombianos. Cuando teníamos en la mano el as del cartel de Cali que nos hubiera permitido cambiar nuestra imagen ante el mundo, nosotros mismos, con la capacidad autodestructiva que tenemos, salimos a ensuciarnos, a sacarnos los trapos al sol. No digo que en este país no existieron los lazos del narcotráfico con los sectores políticos. Todos sabemos que desde hace muchos años el narcotráfico, por su propio interés, buscó infiltrar no sólo las campañas, sino los centros de decisión. Eso lo sabíamos, pero en este debate ha existido una gran hipocresía, mucho fariseísmo.

P. ¿Por qué la clase política guardó silencio? ¿Por qué se permitió llegar a este caos?

R. Hay dos caminos para llegar a una expiación. O el camino sangriento de la espectacularidad, de que vayamos juzgando como en la Revolución Francesa a la gente para luego guillotinarla y producir la satisfacción del morbo de la gente, o el camino que creo que todavía estamos a tiempo de intentar, que es hacer un acto de contrición y pensar hacia adelante qué controles, qué pedagogía podemos desarrollar para que este país pueda salir de la pesadilla del narcotráfico.

P. Y hablando de pesadillas, usted dijo recientemente que la única ciudad colombiana donde podía dormir en paz era Bogotá. ¿Ha cambiado esto a raíz de la crisis?

R. Más que pesadilla se me ha acortado el tiempo de sueño. Duermo cuatro o cinco horas diarias. No sueño pesadillas; las vivo.

P. ¿La peor?

R. Un día en que de manera totalmente infame trataron de vincular a mi mujer. Mi hijo Felipe se durmió abrazado a su mamá porque no quería que la Fiscalía llegara de noche y se la llevara. Esto sintetiza con claridad el drama familiar de lo que ha sucedido.

P. Aparte de tener la conciencia tranquila, como usted lo ha repetido tantas veces, ¿cómo hace frente a diario a tantos ataques, tantas burlas, tantas acusaciones?

R. Es mi manera de ser. Soy una persona de origen aragonés, soy, terco, tengo el signo Leo y siempre ando con el paraguas de mi conciencia protegiéndome.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_