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Félix Romeo mezcla en una novela la España cañí con los dibujos animados

El autor cumple condena como insumiso en la cárcel de Zaragoza

Andrés Fernández Rubio

Parece salido de El nombre de la rosa pero, en realidad, de donde sale Félix Romeo cada mañana es de la cárcel de Zaragoza. Al escritor, de 27 años, le quedan 90 días para cumplir la condena de 26 meses que le cayó por insumiso. Esta semana disfruta de un permiso y ha aprovechado para presentar en Madrid su novela Dibujos animados (Plaza&Janés), escrita en 175 viñetas, por la que desfila, con poética autenticidad, la España de los cuadros de ciervos en las salas de estar, los dobles de John Travolta, los phoskitos y tigretones, Platanito, Patty Bravo, Uri Geller o Sergio y Estíbaliz. "Es una novela española, con todo lo que tiene de cutrerío, de kitch, de drama", dice Félix Romeo desde la altura de su relajante y espléndida humanidad -dedica los libros firmando "el gordo Romeo"-La periodista Concha García Campoy y el escritor Javier Tomeo presentaron el libro. La primera le llamó insurrecto y el segundo goyesco. García Campoy considera que Félix Romeo "sabe mezclar lo más elevado con lo más hortera, no tiene ningún tipo de prejuicio y mira con ojos muy curiosos lo que pasa a su alrededor". Tomeo le dio unos buenos consejos, le dijo que no renunciara nunca a la sinceridad y la sencillez escribiendo, "y a algo que no debes perder nunca: la modestia".

Javier Tomeo atribuyó al joven autor un "aragonesismo de buena ley", y dijo que Romeo mira con la mirada aragonesa de Goya, "que trataba con una crueldad tremenda a quienes tenía que tratar pero era delicado y etéreo con quien tenía que serlo".Pan 'bimbo'

Para ejemplificar lo anterior, Tomeo leyó en voz alta una viñeta de Dibujos animados. "En casa de la coja había pan bimbo. En casa de la coja había de todo. Hasta un cine Exín con películas de Donald y de cine mudo. En casa de la coja había un pupitre y una pizarra. Y todas las nancys y todos los pepones y cientos de muñecas. Y un cuarto sólo para el cine Exín. Ella estaba sentada en el pupitre de juguete y yo llegaba recién peinado y a ella se le ponían los ojos blancos como un váter".

Tomeo se sorpende por la rudeza con la que el autor trata a la coja, pero admira cómo finalmente la entroniza, la eleva y la redime de su minusvalía física a través del amor.

Félix Romeo habla en su libro de gente que no tiene identidad, de los "emigrantes desclasados" de su barrio de Zaragoza que llegaron del campo y se encontraron perdidos, "andando por los aires sin ni siquiera darse cuenta". Por eso en Dibuios animados aparecen los dobles, "personajes cuyo mayor logro es parecerse a alguien". "Es la cultura de la desidentidad", añade Romeo, "de personajes que esnifan cola y pegamento, de grandes ídolos populares como Perico Fernándéz, que cruzaba Zaragoza con su gran coche rojo impresionante a 200 por hora".

Uno de los motivos de la novela son las historietas de Correcaminos y del Coyote. Y el autor se compadece del pobre Coyote, mientras que "nunca supimos muy bien qué era Correcaminos, si un pavo muy veloz, una gallina gigante o un ave que nunca volaba". También aparece en el libro otro personaje clásico de los dibujos animados: "Se comía las migas y las cortezas de pan que habían quedado en la mesa, eso hacía mi madre. Lo hacía como Piolín. Cuando ya habíamos terminado de comer".

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