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Los sindicatos rechazan las ofertas de Juppé y esperan vencer hoy con manifestaciones masiva

Enric González

Los sindicatos franceses quieren llevar la revuelta hasta el final. El primer ministro, Alain Juppé, recibió ayer por separado a los principales líderes sindicales, les explicó los puntos en los que cedía y les anuncié una cumbre social, sin un programa previo, a partir de la semana próxima. Pero ni Louis Viannet, de la Confederación General del Trabajo (CGT), ni Marc Blondel, de Fuerza Obrera (FO), se dieron por satisfechos. Ambos exigieron negociar lo único que, para Juppé, no era negociable: el plan de reforma de la Seguridad Social. Los contactos permitieron, a pesar de todo, vislumbrar una salida al conflicto. La jornada de manifestaciones prevista para hoy será decisiva para que el pulso se decante de un lado o de otro.

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Como en su alocución del domingo por la noche, el primer ministro ensayó ayer una retirada estratégica. Suspendió la firma del contrato quinquenal para la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF), aplazó los trabajos de la comisión que debía estudiar la unificación y endurecimiento de los distintos regímenes de pensiones, afirmó que le parecía bien que los conductores de tren se jubilaran a los 50 años, anunció la inclusión en la Constitución de la "noción de servicio público a la francesa" y, sobre todo, accedió a la celebración de una "cumbre social".Juppé intentaba salvar lo esencial, el plan de reforma de la Seguridad Social sobre el que desde el principio apostó su permanencia en el cargo. Tras pasar casi todo el día con los líderes sindicales, anunció en la puerta de Matignon la convocatoria "a partir de la semana próxima" de una "negociación amplia". "Hoy me han planteado", dijo, "muchas cuestiones que están detrás de la angustia que muestra la sociedad francesa, y he encargado al ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jacques Barrot, que empiece a preparar una negociación en la que se abordarán problemas esenciales como el del empleo".

Pero, por distintas razones, los grandes sindicatos no se deja" ron convencer. Nicole Notat, secretaria de la reformista Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), reafirmó su apoyo al plan Juppé sobre la Seguridad Social pero se quejó de que la hipotética cumbre social, que le parecía bien, se ofreciera sin temario. Louis Viannet, de la CGT, percibió "algunos avances en la actitud del primer ministro", pero insistió en que, mientras no se hablara de Seguridad Social, no habría nada que hacer. Viannet propuso "congelar" el proyecto, aunque añadió que lo ideal sería retirarlo. Marc Blondel, de FO, se expresó en términos parecidos a los empleados por Viannet y declaró que lo que empezó como problema social se había "convertido en una crisis" que sólo podía resolverse "con una negociación global sobre muchos aspectos, incluida la Seguridad Social".

Imposible reconocimiento

FO y CGT, los sindicatos más significados en el movimiento huelguístico, no podían conformarse con las propuestas hechas por Juppé. Éstas se referían exclusivamente a los intereses de los trabajadores públicos -pensiones, fecha de jubilación y regímenes especiales- y contentarse con ellas habría equivalido de hecho a reconocer que la protesta era gremial y corporativa. Blondel y Viannet tampoco tenían clara su capacidad para desconvocar rápidamente las huelgas. "Cuando, una cosa así se pone en marcha, no se desactiva apretando un botón", reconoció Blondel.

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Los sindicatos confiaban en que las movilizaciones convocadas para hoy fueran masivas y vencieran las últimas resistencias gubernamentales. Viannet opinó que la de hoy sería "la jornada decisiva" y pidió, a todos los franceses que se unieran a la protesta. Las centrales sindicales confían en repetir hoy el éxito del pasado jueves, cuando lograron reunir entre 700.000 y millón y medio de manifestantes en toda Francia.

Las huelgas siguieron ayer y deberían recrudecerse hoy. Los ferrocarriles continuarán parados, salvo las líneas internacionales a Bruselas y Londres; no habrá ni metro ni autobuses urbanos; las centrales eléctricas se mantendrán en baja producción (lo que obliga a importar energía desde el Reino Unido para reexportar la a países como España) y se prevén cortes de corriente; la mitad de los maestros de primaria y secundaria no irán a trabajar y la mayoría de las universidades estarán desiertas; el 60% de los centros de Correos permanecerán bloqueados; unos 200 hospitales sólo ofrecerán servicios mínimos; la huelga del personal de aeropuertos y de controlado res provocará retrasos y anulaciones de vuelos; alrededor de un 20% de los funcionarios seguirá en huelga; un número indeterminado de camioneros se sumará, como el jueves pasado, a la protesta; y, por la huelga del Sindicato del Libro de la CGT, no se publicarán periódicos en París y muy pocos en provincias.

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