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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dos 'picassos' frente a frente

A partir de hoy se pueden contemplar en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid (paseo del Prado, 8), con el título Picasso 1923, dos cuadros capitales del período clásico del genial artista español: el Arlequín con espejo, que pertenece a la colección, Thyssen-Bornemisza, y La flauta de Pan, del Museo Picasso de París. Se trata del primer ejemplo de exposición de una serie que se anuncia como "contextos de la colección permanente" a través de la que se intenta situar y contrastar el valor de una pieza propia con otra ajena, algo que indudablemente incita a la reflexión y a un disfrute más profundo.La elección en este caso concreto no puede ser más acertada, por diferentes motivos. En primer Iugar, por el año mismo en que las dos obras fueron realizadas por Picasso, el de 1923, justo en el arranque de los llamados locos años veinte, en los que tras la traumática experiencia de la I Guerra Mundial, la palabra clave fue evasión.

Una evasión que, como lo explicaría el Breton a punto de fundar el Surrealismo y el agresor ese mismo año de 1923, en el acto dadaísta de la Soirée du 'Coeur à Barbe', de quien se había atrevido a insultar a Picasso, significaba escaparse de la realidad a través de su negociación. Hubo, no obstante, otras formas mucho más acomodaticias de, como también se puso entonces de moda decir, retornar al orden. El retorno al orden de Picasso, a la sazón pleno de felicidad familiar, fue artísticamente más complejo: el de un clasicismo a veces pasado por la exigencia intelectual de Ingres. La flauta de Pan, que pintó en el mes de agosto en Antibes, es, sin duda, la obra maestra culminante de dicho periodo clasicista, mientras que Arlequín, con espejo nos trae un querido viejo tema del pintor, cuya reminiscente melancolía no queda enterrada por la aparente serenidad y pureza de líneas. Dentro de una parecida disciplina, es como el fuera y el dentro de Picasso, una suerte, por así decirlo, de clasicismo romántico, donde está, qué duda cabe, el destino de todo el arte contemporáneo. A veces, para tocar una nota decisiva, basta con pulsar dos cuerdas: éste es el caso que nos ocupa.

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