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Los salvadores de la torre de Pisa estudian un cambio de estrategia

El comité internacional de 14 expertos encargado de salvar la torre de Pisa estudiaba ayer una eventual corrección de la estrategia que se comenzó a aplicar en 1990, debido a que el célebre monumento experimentó dos ligeras sacudidas durante la semana pasada como consecuencia de las obras. Los expertos aseguran que no hay peligro de derrumbamiento y achacan las sacudidas a otras obras de consolidación realizadas en 1838, de las que, sorprendentemente, no tenían noticia.

"Parece absurdo, pero es así. Antes de nosotros hubo 16 comisiones de estudio, y ninguna se percató de la existencia de este problema. Ni siquiera en los archivos hay noticia de aquella intervención", ha dicho ahora el especialista Michele Jamiolkowski, presidente del comité internacional.

La intervención consistió en la construcción bajo la torre de una especie de plataforma rígida, destinada a reforzar el blando suelo arcilloso que, al ceder bajo las 14.453 toneladas que pesa él monumento, ha determinado la inclinación hacia el sur que le caracteriza. Es obvio que los trabajos de hace siglo y medio no sirvieron para detener esa peligrosa tendencia.

El plan del salvación actual tuvo una primera fase en la que la inclinación de la torre fue contenida y corregida mediante la instalación de un contrapeso de plomo de 600 toneladas. La segunda fase, que se aborda ahora, prevé el despliegue de 10 anclajes de cemento a 50 metros de profundidad. Los pasados 7 y 8 de septiembre, al perforar el terreno para realizar esta obra, la barrena tropezó con la plataforma centenaria, quebrándola. Y la torre respondió con dos inquietantes sacudidas.

Sin peligro

Jamiolkowski, que piensa que si no se hiciera nada la torre de Pisa se derrumbaría en pocas décadas, ordenó interrumpir los trabajos, por prudencia. Él, como los demás expertos, descarta que el célebre monumento haya corrido algún peligro. La torre se inclinó otros 0,65 milímetros tras las sacudidas. En los últimos cuatro años, gracias a los contrapesos, se había logrado enderezarla 15 milímetros. Los responsables del salvamento han decidido, no obstante, añadir media tonelada más de plomo en el lado norte de la torre para poder responder así a la nueva emergencia.La plataforma que ha provocado los problemas actuales tiene un grosor de 70 centímetros y está formada por cal y cemento reforzado con tubos de siete centírnetros de diámetro y 3,5 milímetros de espesor. El ministro del Patrimonio Cultural, Antonio Paolucci, se ha interesado personalmente por esta última desaventura del célebre campanario que ha atraído hasta el verde impoluto del prado de la catedral pisana una invasión de grúas, cascos, camiones y excavadoras que, por desgracia, se prevé como irremediablemente crónica.

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