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Nueva York confronta 'goyas' auténticos y falsos en una exposición de 350 obras

El Metropolitan exhibe por primera vez todos sus fondos del artista español

El Metropolitan Museum de Nueva York, uno de los más ricos en fondos artísticos de todo el mundo, no siempre sabe bien lo que posee. De las 16 pinturas de Goya (1746-1828) que creía tener, sólo siete son hoy consideradas auténticas. Lejos de esconderlas, han decidido reunirlas en una exposición que presenta por primera vez todos los fondos del museo sobre el artista aragonés: cerca de 350 obras.

ENVIADA ESPECIALLa mayor parte de estas piezas están realizadas sobre papel. Todas forman parte de la exhibición que se abre desde hoy hasta el 31 de diciembre próximo con la idea de familiarizar a los norteamericanos con la diversidad creativa del pintor español.En 1897, una influyente familia de la aristocracia neoyorquina, los Havenmeyer, llevó el primer goya a su país. Poco después, en sus círculos sociales se pusieron de moda los retratos de este pintor español y hasta la I Guerra Mundial fueron adquiridos en España y Francia una gran cantidad de supuestos goyas a precios exorbitantes. Los propios Havenmeyer, en su entusiasmo, fueron intermediarios en muchas ocasiones para estas compras realizadas, con frecuencia, en transacciones encubiertas. Alguno de los compradores de estas pinturas, convencidos de su autenticidad, las donaron al Metropolitan a lo largo de este siglo, y sólo tras muchos años han ido revelándose como burdas copias, como cuadros de los seguidores del artista, y muy pocas como definitivamente auténticas.

"A principios de siglo los coleccionistas norteamericanos preferían comprar retratos de grandes artistas europeos", explica Colta Ives, una de las comisarias de la exposición. "Primero fueron los rembradts, pero cuando se hizo más difícil encontrarlos empezó a ponerse de moda Goya".

Quizá hoy parezca algo extraña esa fiebre por los retratos de personas desconocidas para ellos, pero Ives piensa que los coleccionistas de su país supieron apreciar la inteligencia de Goya en su comprensión del modelo. "Goya no hacía unos retratos vacíos, sino que expresa muy bien la interioridad de sus modelos. Los coleccionistas disfrutaban contemplando en sus salones a estas figuras de extranjeros, era como tenerlos de invitados", afirma, "Estos compradores supieron apreciar en Goya no sólo a un gran pintor, sino a un hombre capaz de sentir y pensar con profundidad".

Estafas

La otra comisaria de la muestra, Susan Alyson Stein, cree que las estafas que sufrieron los coleccionistas norteamericanos se debieron a su escaso conocimiento de la pintura de Goya a quien sólo conocían por sus dibujos y grabados*. "Ahora es al revés", comenta, "los norteamericanos han visto muchas veces las pinturas que tenemos en la colección permanente, pero no la obra gráfica. Nuestra colección sobre papel de este artista es la más completa que tiene un museo, después de la del Museo del Prado".Para Colta Ives el público de hoy en día prefiere los grabados de las series Los caprichos, Los desastres de la guerra y La tauromaquia porque se acercan más a la cultura mediática de hoy. "Actualmente somos más sensibles a las imágenes de los medios de comunicación y a escenas populares, fantásticas y crudamente realistas como las de Goya en estas series de grabados. Por eso creemos que esta muestra será muy bien recibida por el público que la visite".

Philippe de Montebello, director del museo, dijo ayer sentirse muy satisfecho con esta exposición. "La muestra va a ayudar a apreciar la diversidad de Goya como artista e intenta convertirse en un motivo de reflexion para los visitantes, al contrastar los cuadros auténticos con los que no lo son. Pero sobre todo ayudará a comprender mejor al Goya diverso, radical y genial en sus obras sobre el papel. No creo que por ser trabajos en técnicas como grabados y dibujos sean una obra menor del artista, sino todo lo contrario".

La exposición incluye, además de las series completas de grabados, 17 pinturas y 54 dibujos en tinta pertenecientes a los cuadernos que realizó Goya, a partir del año 1796. Entre las pinturas destaca el célebre óleo conocido como El niño de rojo, don Manuel Osorio Manrique de Zúñiga, que se exhibe por primera vez junto al retrato de su madre, La condesa de Altamira y su hija.

Sólo hay un préstamo en esta exposición del Metropolitan, titulado Las majas en el balcón, de un coleccionista privado, que se exhibe por primera vez al lado de la pintura sobre el mismo tema que posee el Metropolitan. Hay un debate entre los estudiosos sobre la autenticidad del cuadro de la pinacoteca neoyorquina e intentan hacer cómplice al público de esta polémica. La obra representa a dos ventaneras, una forma de llamar a las prostitutas en aquella época, y dos figuras masculinas que se alejan a sus espaldas. La autenticidad de la pintura de la colección privada nunca ha sido puesta en duda, pero la del Metropolitan, de idénticas dimensiones y composición, es ahora considerada de dudosa factura. Esta última fue adquirida por H. O. Havenmeyer, y donada al museo por sus sucesores.

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