No ganamos para sustos
entrada.
La primera parte de la novillada transcurrió plácidamente y en la segunda no ganamos para sustos porque hubo volteretas. Las volteretas eran de escalofrío. Atrapado en las astas el torero, el novillo agresor no lo soltaba, venga a zarandear, cuadrillas al quite, coleos, capotazos, griterío en los tendidos, el equipo médico dispuesto a salir corriendo hacia la enfermería. Y cuando acababa el incidente se descubría que no había sucedido nada; que el novillo no había hecho carne sino que el novillero se había agarrado al cuerno en legítima defensa, Menos mal. Pero el susto no nos lo quitaba ya nadie; ni al zarandeado diestro, ni a las preocupadas cuadrillas, ni al público en general, ni a los militares sin graduación.
Torrealta / Calvo, Morante, Sánchez
Novillos de Torrealta, bien presentados, pobres de cabeza, varios sospechosos de pitones, flojos; encastados y nobles.José Calvo: pinchazo y estocada corta contraria baja (palmas y sale a los medios); estocada caída y rueda insistente de peones (oreja). Morante de la Puebla: media y rueda de peones (palmas y saludos); pinchazo, estocada, rueda de peones -aviso- y descabello (escasa petición y dos vueltas, la segunda con protestas). Tomás Sánchez: estocada y rueda de peones (escasa petición y vuelta); pinchazo saliendo volteado, pinchazo y estocada (vuelta). Plaza de Valencia, 22 de julio. 2ª corrida de feria. Media
No es que los novillos fueran fieras corrupias; antes al contrario, sacaron una nobleza. muy apropiada para hacerles el toreo. Mas poseían casta brava y si se equivocaba el torero, acababan, achuchándolo y aún cogiéndolo.
A Jose Calvo, el cuarto le metió el asta entre las piernas al engendrar un pase de pecho, allí montado lo tuvo un rato pese a los violentos cabezazos -difícil era, desde luego, con el torero agarrado al asta- y cuando éste cayó, se revolvió tirándole derrotes, uno de los cuales le hizo un siete en la taleguilla. Recuperado Calvo de la paliza, se puso a dar manoletinas, le encunó de nuevo el novillo, otra vez se aferró a la cornamenta, dio la sensación de que le había partido el pecho y al horrorizado público le iba a dar algo. No le dio nada, afortunadamente, pues pudo apreciar que el torero se incorporaba incólume, y lo celebró obsequiándole una oreja.
Tomás Sánchez salió cogido y abrazado a un asta tras pinchar al sexto, y se repitió la dramática situación de, un torero zarandeado que parecía víctima de horrible cornada. Se incorporó dolorido, acabó de matar al novillo y dio la vuelta al ruedo.
Un banderillero también pasó serios apuros. Al prender un par, el toro le empitonó la pechera y le derribó. Bien es verdad que no se agarró a nada, salió ileso de milagro y, ahora puede contarlo.
Estos desgarradores trances avivaron la función, que transcurría desanimada y plúmbea. Parece mentira, con novillos tan buenos. José Calvo practicó el toreo moderno, que consiste en pegar muchos derechazos y pocos naturales con el pico de la muleta, pulcro y despegadito, perdiendo pasos al rematarlos.
Morante de la Puebla aplicó al segundo una faena precipitada, sin dominio ni templanza, y al quinto lo toreó al natural. Gran noticia: ¡uno que toreaba al natural! Y además no en una serie aislada, como de compromiso -según es moda-, sino cuatro y de principios, interpretadas con clasicismo y empaque.
Tomás Sánchez banderilleó superando las fuertes arrancadas de los novillos, que embestían requecidos. Y les aplicó faenas de muleta pundonorosas: porfiona la del tercero, que tardeaba; añadiendo a los derechazos pases de rodillas y otros alardes de valor, la del sexto.
Los tres novilleros demostraron sus ganas de agadar, pero se echaba en falta mayor entrega y mejor toreo. Hasta que vinieron las volteretas, y cayó una oreja. Una orejita nada más, con novillos tan nobles, y un público triunfalista que estaba deseando regalárselas todas. Menudo porvenir.