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"La libertad nace de la literatura", afirma Kadaré

El escritor albanés habla hoy de 'El Quijote'

"La libertad interior nace de la gran literatura", dijo ayer en Madrid el escritor albanés Ismaíl Kadaré, de 59 años, veterano candidato al premio Nobel y autor de una treintena de libros que pasan por ser una densa y bella metáfora en contra del universo comunista. Él lo niega: "Mi obra es autónoma, universal; la prueba es que desde siempre me han leído en todas partes. Me importan un rábano las interpretaciones". Kadaré, que ha viajado a España para apoyar sus últimos libros, El monstruo y La pirámide (Anaya-Mario Muchnik), habla esta tarde sobre El Quijote en la Biblioteca Nacional.

La razón por la cual Kadaré hace nacer la libertad de la gran literatura es porque ese fue su caso: cuando era adolescente creía que Albania no sólo era el mejor sino el único de los mundos posibles... hasta que leyó a Shakespeare, los románticos alemanes y El Quijote: "El Quijote" -dice- "fue muy adecuado pues su punto de vista tragicómico es el más eficaz para observar el universo comunista".Pero el mundo occidental no se escapa: "El mundo está en contra de la gran literatura porque es incompatible con la dictadura de la publicidad y el dinero. Ahora se llega a preguntar si los grandes escritores son necesarios. En tanto que a un presentador de la televisión francesa que es un pillo se le dan horas de emisión para que pueda explicarse, la muerte de lonesco, el más grande escritor del siglo, ocupó diez segundos en los telediarios. Increíble. Pero esto va a cambiar. No podemos ir más lejos".

En la conversación con Kadaré -ojos inteligentes detrás de gruesas gafas de concha, sencilla ropa de oficinista universal- se percibe rápidamente un conflicto con su pasado y con las acusaciones que algunos le hacen de ha ber sido tolerado por el régimen estalinista de Enver Hoxa, que pasó por ser, con la de Rumania, la más dura de las tiranías del socialismo real.

Vigilado

Él mismo saca el tema. "Por ser el escritor albanés más conocido, yo estaba vigilado día y noche. Sabía que no me podían meter en la cárcel

[por el escándalo internacional] pero eso no era ningún favor, al contrario. Y usted sabe que no era ningún favor

[Kadaré mira intensamente]. En cambio, me hubiesen podido asesinar: veneno en el café, una pelea con un borracho en un portal... " Y más tarde dice: "Nos solemos olvidar del conformismo del escritor occidental, plegado a la dictadura del mercado".

En otro momento afirma que la libertad mental siempre es posible como siempre es posible burlar al tirano. "Ahora muchos dicen que no les dejaron escribir. Yo escribí veinte libros subversivos". Entre otros, en lo más crudo del régimen (1981), El palacio de los sueños, la metáfora terrible de un país donde el poder es incluso capaz de gobernar los sueños de sus súbditos. Tras la publicación de este libro, pronto prohibido, se exilió durante un tiempo en Francia, algo a lo que siempre se había negado. Ahora vive algo más de la mitad de su tiempo en Francia; cuando está en Albania sigue negándose a intervenir en política. "En Albania hay mucha neurosis, pasión y tristeza. Y mucha ilusión: creían que bastaba la caída del comunismo para que todo se arreglara". Según el escritor, la tradición que salga del actual periodo será nueva, no tendrá que ver con la antigua. Hoy se han enseñoreado los dioses del dinero y el éxito, a los que no hace frente, no ya la moral, sino el simple pudor.

En los Balcanes -siempre necesitados de arbitraje internacional, según Kadaré-, existen "muchos malentendidos y poca buena voluntad. Se habla mucho del fundamentalismo islámico, y con razón, pero no de sus causas: Bosnia, que constituye un argumento permanente en favor del movimiento islámico, al igual que Chechenia, dos barbaridades que han contado con poco menos que la complicidad de los intelectuales. Y la pornografía: para los musulmanes la simple existencia de la pornografía justifica una guerra. Es como el fin del mundo".

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