"Consideraría inmoral negociar con la Mafia"
"No tengo ninguna duda de poder demostrar que de la Mafia me ocupé sólo para combatirla. Pero tengo 76 años y los plazos bíblicos de la justicia me preocupan", así se expresaba Giulio Andreotti' en una entrevista publicada el pasado 16 de febrero en estas páginas. En la misma afirmaba que en uno de los careos se sintió "humillado". El político italiano calificaba de "infame" el proceso en que se halla inmerso, y negaba con rotundidad haber negociado con la. Mafia y añadía: "Lo consideraría inmoral, y no estoy dispuesto a renunciar a la ética política".Andreotti rechazaba las declaraciones hechas contra él por un arrepentido, Baldassare di Maggio, con estas palabras: "Las declaraciones del señor Di Maggio se desmienten por sí solas. Tras haber afirmado varias veces que no conoció a Salvo Lima salió con la historia de que me vio reunido con Riina [Totó, uno de los dirigentes mafiosos] y Lima. Habría que establecer quién se la sugirió para impresionar al Senado cuando debía conceder la autorización para que me procesaran".
Sobre las declaraciones de otros arrepentidos que también le implicaban afirmaba: "Podemos probar que se ha pagado dinero al margen de, digamos, lo que corresponde al estatuto oficial que tienen los arreperítidos". Y de inmediato añadía: "Pediremos que se compruebe si, coincidiendo con las declaraciones en mi contra, la retribución oficial de los arrepentidos no fue considerablemente aumentada. Pediremos la documentación oficial porque tenemos esa sospecha".Humillante careo
"Me sentí humillado", afirmaba Giulio Andreotti al relatar sus sensaciones durante el careo al que fue sometido con Di Maggio. Sin embargo, rápidamente matizaba: "También me dio pena aquel pobrecillo que recitaba un papel".
Al valorar su aportación como político en relación con la Mafia, decía: "En mis seis años de ministro de Exteriores y en los tres de presidencia de Gobierno (1989-1992) promoví y participé en la adopción de medidas durísimas [ ... ] cuyos efectos continúan". Pese a ello, también reconocía que los gobiernos italianos habían reaccionado con excesiva lentitud ante el fenómeno mafioso: "Hasta que no llegó la droga y la convirtió en dramáticamente dañina".
Andreotti afirmaba no haber advertido que un sector de la Iglesia católica, concretamente los jesuitas, se hubiera distanciado de él tras hacerse públicos sus problemas judiciales, y ponía en guardia contra el uso político de acusaciones de connivencia con la Mafia: "Es frecuente que la lucha política en Sicilia incluya denuncias recíprocas de pertenecer a la Mafia [ ... ]. Hay que ser muy cautos".
