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Un escandaloso detonante

Brendan Smyth, un sacerdote católico de 67 años, sentenciado en junio pasado a cuatro años de cárcel por la Audiencia de Belfast que probó su implicación en 17 casos de abusos sexuales contra ocho niños -tres niños y cinco niñas-, se ha convertido en el detonante de una áspera crisis política en- el Gobierno de Dublín. La crisis ha puesto crudamenMe en evidencia no sólo al ex fiscal general de Irlanda, Harry Whelehan, sino al propio primer ministro, Albert Reynolds -provocando al mismo tiempo su caída-, y a la jerarquía católica de la isla, ampliamente conocedora del caso Smyth.Whelehan -un ultraconservador-, escudándose en razones procedimentales -falta de precedentes judiciales-, mantuvo siete meses en el cajón de su mesa la orden de extradición enviada por el Royal Ulster Constabulary de Irlanda del Norte al Gobierno de Dublín. Reynolds, aun Conociendo la responsabilidad contraída por su fiscal en un caso tan espinoso, le promocionó unilateralmente al segundo puesto judicial más importante del país, la presidencia del Tribunal Supremo, lo que provocó la retirada del apoyo laborista al primer ministro. Y, por último, la jerarquía católica, perfectamente al corriente del historial de abusos deshonestos de Smyth, le siguió enviando en misiones pastorales -en contacto con la infancia- por medio mundo. Las repercusiones del caso del sacerdote pedófilo han obligado a la jerarquía católica de Dublín a tomar medidas correctivas que impidan el acceso al sacerdocio de personas con desviaciones sexuales.

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Perturbado incurable

Smyth, un tipo de aspecto os curo, ha sido descrito como un incurable perturbado, incapaz de controlar sus impulsos sexuales hacia la infancia. Nacido en Belfast, Smyth in gresó a mediados de los años cuarenta en la orden Norbertina, para cuyo prior no fue nunca un secreto que el hermano Brendan gustaba demasiado de la compañía infantil. Los hechos. probados señalan que a lo largo de 24 años, entre 1964 y 1988, Smyth cometió abusos con tres niños -todo ellos entre los 8 y los 14 años de edad- y cinco niñas católicas de Belfast.Las víctirnas, a menudo hijos de fieles católicos, no se limitan a Irlanda del Norte. Recientemente, la policía de la República irlandesa recibió denuncias de una mujer contra Brendan Smyth.

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