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El "no" era un camino de sangre sudor y lágrimas para la economía.

Xavier Vidal-Folch

Un brutal programa de ajuste presupuestario y la máxima liberalización comercial eran las recetas que Suecia debería haber aplicado a su economía de haber ganado el no, según el estudio publicado por un equipo de cuatro economistas de primer nivel. Los cuatro son Inga-Britt Ahlenius, presidenta del Instituto de Auditores; Ulf Jakobsson, director del Instituto Industrial para la Investigación Económica y Social; Gunnar Wetterberg, consejero en el Ministerio de Hacienda, y Carl Aberg, director general del Fondo Nacional de Pensiones. Este estudio, junto al europeísmo empresarial y sindical, ha arrastrado muchos síes en la campaña, muy centrada en el debate económico.En la hipótesis, juzgada negativa, de la no adhesión, "debemos convencer al mundo de que somos sinceros acerca de que resolveremos nuestros problemas, sin aumentar la incertidumbre", sugerían. Sólo así se podrán reducir los costes de la no integración, consistentes en "más altos tipos de interés en Suecia que en otros países europeos", lo que constituiría "un obstáculo para las inversiones".

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Modelos alternativos

Los modelos alternativos estudiados eran: Suiza, Honk Kong y la autarquía. Todas imposibles. Suiza, porque su posición geográfica central en Europa, su trilingüismo y su credibilidad en la lucha contra la inflación no tienen parangón con Suecia, que "necesitaría 10 o 15 años para alcanzar" ese crédito.

Honk Kong también era un modelo imposible por su política económica liberal a ultranza. Los resultados de acoplarse a ese modelo "'serían, probablemente más rapidos" a los conseguibles optando por la alternativa suiza. Pero conducirían a un descenso salarial generalizado, debilitarían la seguridad social y, precarizarían el empleo. "No es factible", concluían.

El tercer escenario era la autarquía. Rompería la orientación exterior de la economía sueca, haría quebrar los acuerdos internacionales del país y "nos colocaría definitivamente en el camino de la pobreza y el aislamiento". Además, este modelo ya ha sido desechado por "países gobernados por dictadores, como Vietnam y China".

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Por eso la única alternativa a la adhesión, según estos expertos, iba por otra vía: sangre, sudor y lágrimas. Es decir, restaurar la economía con un ajuste presupuestario de caballo para evitar el deterioro de la competitividad de Suecia, en beneficio del sector privado; estabilización de la deuda pública; nuevo programa de reconversiones y de fomento del empleo. Y, en la vertiente exterior, "abolición de todas las barreras al libre comercio".

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