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INTERVENCIÓN EN EL CARIBE

Carter arranca al general Cédras un principio de acuerdo para detener la invasión de Haití

Antonio Caño

La desesperada gestión de paz del ex presidente Jimmy Carter en Haití alcanzó ayer progresos sustanciales en la mediación para evitar la invasión de Haití. Fuentes citadas por las cadenas de televisión norteamericanas anunciaron anoche que el ex presidente estadounidense había pedido a Bill Clinton más tiempo para rematar la negociación. No obstante, Carter regresó a Washington para dar cuenta de la situación a Clinton. Las posiciones de ambos lados se fueron aproximando a lo largo del día, aunque los jefes militares haitianos, encabezados por el general Raoul Cédras, se resistieron inicialmente a aceptar plenamente las condiciones norteamericanas: su salida del país y el retorno de Jean-Bertrand Aristide a la presidencia.

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El maratón negociador de Carter en Puerto Príncipe, a donde llegó el sábado, parece haber servido para fijar las condiciones en las que los jefes militares haitianos aceptan retirarse. Pero no están plenamente satisfechas aún todas las exigencias de la Casa Blanca, que anoche advertía que la situación era cambiante y podía evolucionar "en un sentido u otro". El presidente Bill Clinton tenía previsto dirigirse de nuevo al país esta madrugada para explicar los resultados de las negociaciones.Ninguna comunicación oficial sobre los resultados concretos de estas negociaciones había sido hecha hasta bien entrada la madrugada de hoy (hora española). Nada se esperaba tampoco hasta después de que Carter informase personalmente a Clinton. Sólo algunos detalles filtrados por fuentes cercanas a los negociadores norteamericanos y haitianos, así como la larga duración de la gestión mediadora, permitían pensar que se había alcanzado un principio de acuerdo.

Aunque Carter había pedido inicialmente la rendición incondicional del general Cédras y sus hombres, incluida su salida del país, parece que ahora está discutiendo un plan, algo más elaborado y complejo, pero que a la larga conduciría al mismo fin. Se ignora si ese plan sería aceptable para la Casa Blanca y, por último, para el presidente haitiano en el exilio, Jean Bertrand Aristide.

Mientras las negociaciones en Puerto Príncipe proseguían, el vicepresidente norteamericano, Al Gore, advirtió anoche: "No quiero que nadie piense que esto está marchando en una dirección o en otra. Puede ir todavía en cualquier dirección. Lo único seguro es que la democracia será restaurada en Haití".

La segunda jornada de negociaciones comenzó ayer sin acuerdo y con pocas perspectivas de conseguirlo. Todo pareció empezar a cambiar en una cuarta y última reunión que Carter y sus acompañantes, el general Colin Powell y el senador demócrata Sam Nunn, mantuvieron con Cédras y los otros dos miembros del triunvirato militar, el teniente coronel Michel François y el general Philippe Biamby.

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Ese último encuentro, celebrado en el cuartel general del Ejército, duró más de seis horas. Una vez concluido, los tres negociadores norteamericanos, acompañados del general Cédras, se trasladaron al palacio presidencial de Puerto Príncipe, donde se entrevistaron con el presidente instalado en el poder por los militares, Emile Jonassaint, que no es reconocido por Estados Unidos. Esa visita hizo pensar que Cédras acudía allí para cumplir los trámites constitucionales previos a su dimisión.

Al salir de esa reunión se conoció la intención de Carter de proseguir sus gestiones, quizás con la única intención de agotar los esfuerzos para evitar la guerra.

Nada se informó oficialmente al respecto, pero la delegación norteamericana seguía Puerto Príncipe ocho horas después del momento previsto para su regreso. En Washington, fuentes próximas a Aristide hablaban de optimismo. En Puerto Príncipe, medios cercanos a los militares haitianos se expresaban en los mismos términos. Pero, de los principales protagonistas del drama, Carter, Cédras y la Casa Blanca, no había todavía anoche una sola palabra.

Durante todo el día, otros altos funcionarios norteamericanos habían insistido en que cualquier acuerdo al que se llegue debe incluir la obligación de que los jefes militares haitianos se vayan del del país, así como que Aristide recupere la presidencia.

Si se consigue un acuerdo de esas características, tropas norteamericanas desembarcarán de todos modos esta semana en Haití, aunque la harán de forma pacífica y con la misión de garantizar el orden y el regreso de Aristide. Si, definitivamente, no se alcanza el acuerdo, la invasión puede ser cuestión de horas.

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