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Domingueros del drama

La costa de Cojimar es agresiva, con rocas y dientes de perro tan hirientes como las cámaras que llevaron ayer a este pueblo cubano decenas de turistas, empresarios extranjeros, diplomáticos y algunos periodistas. Era un espectáculo asqueroso.Un español sonrosado con el papo caído se reía con la cámara de vídeo en la mano mientras dos jóvenes construían deseperadamente una balsa antes de que se hiciese de noche.

"Por favor, échate un poquito más para acá, que estas fuera de cuadro", le decía el repelente cineasta a uno de ellos, que le pidió por favor que se fuese y lo dejase trabajar tranquilo, que ya iba tarde.

Frente a él, un amigo suyo llamaba a la mujer. "Corre, corre, que esa sí que es grande", decía entre risas. Mientras algunas madres lloraban, desde las tres de la tarde llegaron al pueblo turistas y conocidos empresarios, alguno de los cuales trajo a los niños para que asistiesen al espectáculo.

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También llegaron a Cojimar periodistas de paso que, sentados en La Terraza, exclamaban: "Ahora sí se está poniendo bueno Cuba", y hasta embajadores con teléfono celular en la mano y la novia en el asiento del coche, bien pegadita a su lado.

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