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Zaire cierra su frontera con Ruanda para detener el flujo de refugiados

Las autoridades de Zaire, desoyendo las peticiones de organizaciones humanitarias, echaron ayer el cerrojo a su frontera con Ruanda a la altura de Bukavu. El flujo de ruandeses, hutus en su mayoría, que entraba en el país crecía por momentos. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) evaluaba en 30 por minuto el número de refugiados que cruzaban la frontera hasta que fue cerrada.

A pesar de los llamamientos del. secretario general de la ONU, Butros Butros-Gali, Francia se ha negado a prolongar su presencia en la zona un día más y ha pasado el testigo a la ONU, que de momento cuenta con. tan sólo 1.400 cascos azules (en su mayor parte etíopes y ghaneses) en el suroeste del diminuto país centroafricano. El temor de la mayoría hutu a las represalias del nuevo Gobierno del Frente Patriótico Ruandés (FPR), instigado por los extremistas hutus y el. Ejército derrotado, alimentaba un flujo de refugiados que crecía cada hora. El paso fronterizo sigue abierto para quienes quieran regresar a Ruanda.El último informe de ACNUR señala que la mortalidad en los campos de refugiados de Zaire se mantiene altísima, con 500 víctimas diarias, la mayoría de disentería. La política de repatriación, defendida por este organismo, que considera que en Ruanda hay garantías de seguridad para los refugiados, ha logrado algunos éxitos: 100.000 personas han regresado desde Uganda, 40.000 desde Burundi y 75.000 desde Zaire.Carácter humanitario

Francia señaló ayer que su operación en Ruanda había tenido un carácter netamente humanitario. Según François Léotard, ministro francés de Defensa, la zona humanitaria segura creada por sus fuerzas había evitado la huida de más de dos millones de ruandeses. Además, los soldados franceses enterraron a 30.000 personas, distribuyeron 6.000 toneladas de alimentos y 6.000 metros cúbicos de agua, además de prestar ayuda médica.

En Londres, una comisión de Amnistía Internacional que acaba de regresar de Ruanda hizo ayer un llamamiento urgente para aumentar de forma drástica el número de observadores para la protección de los derechos humanos en Ruanda y evitar así que el ciclo de las matanzas se reanude. "El futuro de Ruanda es muy pesimista", según Amnistía,, que pidió la constitución de un tribunal que investigue y juzgue a los responsables de los crímenes masivos y la presencia de observadores en los 70 distritos del país. De otro modo, "en menos de seis meses las matanzas pueden reanudarse" y el "móvil será la venganza".

Por si fueran pocos los males que se abaten sobre el millón de refugiados hacinados al noreste de Zaire, los volcanes de la zona han comenzado a dar señales de actividad, con expulsiones de ceniza y fuego.

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