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Juan Carlos Vera pide paso

Pérez / Cortés, Vera, Jesús

Tres toros de Antonio Pérez (uno rechazado en reconocimiento, dos devueltos por inválidos), con trapío, flojos, 5º noble. 4º de Alcurrucén, cinqueño; encastado. Sobreros: 3º de Diego Garrido, con trapío y poder, manso; 6º de Román Sorando, con trapío, manejable.

Manolo Cortés: bajonazo escandaloso, rueda de peones y dos descabellos (silencio); pinchazo caído y bajonazo (pitos). Juan Carlos Vera: pinchazo, media trasera ladeada, ruedas de peones, tres descabellos y se tumba el toro (silencio); pinchazo, otro saliendo volteado, pinchazo y estocada corta (ovación y salida al tercio). Gregorio de Jesús, que confirmó la alternativa: tres pinchazos -aviso- y descabello (silencio); pinchazo y estocada corta caída (palmas).

Plaza de Las Ventas, 7 de agosto. Media entrada.

Llegó Juan Carlos Vera, sacó pecho, todo el rato estaba sacando pecho, miró de soslayo el ritual de la alternativa pues estaba atento al toro, por si se. arrancaba de súbito y desbarataba la ceremonia obligando a todos a poner pies en polvorosa, bregó seguro, ciñó las verónicas que el enemigo se dejó dar, a uno de ellos le aguantó las peligrosas intemperancias propias de su avisada catadura, a otro de alma noble le corrió la mano, se encuné a la de matar y de poco el bondadoso especimen le parte el vientre de un gañafón (jamás hay que fiarse de la nobleza de nadie, si es bruto), y todo eso significaba en el fondo que Juan Carlos Vera pedía paso, ni más ni menos. Pedía paso para enderezar una carrera escasamente fructífera pese a los muchos años transcurridos desde que se hizo matador.Los errores se pagan caros en esta fiesta singular llamada de los toros y las injusticias propias de sus procelosos estamentos aún juegan peores pasadas. Ese debía de ser el caso de Juan Carlos Vera, penitente de aquellos, víctima propiciatoria de estos. Por eso, seguramente, llegó a Madrid, pronunció la palabra mágica sanseacabó y su frase homónima borrón y cuenta nueva, y se puso a sacar pecho; a enseñarle a su banderillero Alberto Martínez cómo se lleva un toro remiso al caballo sin pegar docenas de recortes ni armar tanto barullo; se jugó el físico con ese toro reservón que acabó avisado, y finalmente aprovechó la ocasión de triunfar que le brindaba el toro de alma noble -un poco mustia, por cierto- liara estirar el cuerpo, reunir la embestida, templarla en derechazos de acabada ligazón, y enmendar un pinchazo al desgaire colgándose de las astas en el siguiente. Toro noble, toro avisado... De todo hubo en la corrida dominguera y canicular, y cada cual -los cinco titulares, el sustituto, los sobreros-, constituía una sorpresa. Hubo uno de poder (el avisao) y otro inválido total; los hubo inválidos parciales y mansos generales; y también bravos, borregos y cabrones. En la variedad está el gusto. Al inválido total Manolo Cortés apenas le podía dar dos pases sin que se desplomara. En compensación le salió un Alcurucén encastado, al que meció desde la naturalidad y el gusto media docena de redondos, que se celebraron con olés, mas el veterano diestro continuó la faena medroso y embarullado, provocando la reacción contraria. Le pitaron. Y de propina le sacaron a relucir los trapos sucios: que si los redondos aquellos los había dado con el pico; que si citando de costadillo; que si el toro era una madre... Dejan a la afición seguir alegando y resulta Manolo Cortés culpable de la muerte de Manolete.

Voluntarioso y valiente se comportó Gregorio de Jesús con el inválido de la alternativa y al boyante sexto lo toreó bien por derechazos, mejor aún en los pases de pecho, y cuando al final se echó la muleta a la izquierda el toro ya estaba extenuado. Si hubiera empezado al revés, por los naturales, seguramente a la segunda tanda ya habría obtenido el triunfo. Parece como si los toreros, no importa que estén en edad de merecer, prefieren la comodidad del derechazo. Y así pasa lo que pasa: primero faltan contratos, luego viene el olvido. Salvo que, les avive el ánimo la vocación, y un buen día lleguen a Madrid pidiendo paso. Uno así irrumpió en esta corrida dominguera, canicular y venteña.

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