El experimento criminal de Sarajevo
Tras casi 500 días de sitio, el símbolo de la guerra de Bosnia va camino de convertirse en capital psiquiátrica del mundo
ENVIADO ESPECIALJasmina tiene 27 años y la mirada encajonada. Mira a su interlocutor como si las pupilas fueran cuerdas que la asieran a la realidad. Si de la calle llega el estruendo de un mortero, no se inmuta. Es decir: no mueve ni un músculo. Se encoge sobre sí misma de forma imperceptible y mira como gritando auxilio sin mover los labios. Jasmina sufrió un shock traumático del que se recupera en la clínica psiquiátrica de Kosevo, todo un complejo hospitalario entregado a salvar a Sarajevo de los estragos de la guerra, de un sitio que lleva camino de cumplir 500 días y que está limando la salud mental de buena parte de los 350.000 habitantes de la capital bosnia. Jasmina es una de las pacientes de la psiquiatra Liliana Oruc, que prepara un libro de título todavía incierto, pero que muy bien podría llamarse El experimento criminal de Sarajevo.
La doctora Oruc cree que el 90% de la población de Sarajevo está expuesta a sufrir algún quebranto en su sistema de defensa. En la capital bosnia, un caso insólito en la historia bélica y médica, cuyos habitantes intentan preservar una apariencia de normalidad, se dan las circunstancias para demostrar que una experiencia aguda desencadena una enfermedad mental. "La enfermedad mental es consecuencia muy a menudo de una experiencia traumática. La mayoría de los enfermos muestran síntomas de una enfermedad crónica: el denominado síndrome del estrés postraumático, que se manifiesta con cansancio intenso, depresión, impulsos suicidas y ansiedad". Ahora se registran cuatro o cinco más intentos de suicidio que antes de la guerra.
Liliana Oruc tiene 37 años y la cabeza bien plantada sobre los hombros. En el exterior de su despacho cae un auténtico aguacero de hierro, uno de los peores días de bombardeos en varias semanas, pero la doctora, psiquiatra, genetista y bióloga, hace oídos sordos, y aplasta el estruendo de la barbarie con un torrente de palabras. Oruc escribe un libro con el jefe de su departamento en el hospital de Kosevo, el doctor Ismet Ceric. Está dedicado a analizar "el desorden mental causado por las catastróficas condiciones de vida y los traumas que se refieren a la población de Sarajevo bajo la guerra".
Lógica perversa
"En Sarajevo todos estamos en peligro de sufrir reacciones paranoicas: los monstruos de la mente que se transforman en monstruos reales", declara la doctora Oruc, que es consciente de que la sensación de seguridad se quiebra cada día un poco más tras 16 meses de sitio y que reconoce que, al cabo, "lo que se pretende con el experimento criminal de Sarajevo es demostrar que no pueden convivir más juntos serbios, musulmanes y croatas. Al principio de la guerra se hablaba de un agresor, no de una guerra civil. Con el tiempo y la propaganda se ha convertido en una guerra civil. El experimento criminal de Sarajevo va camino de convertirse en un éxito".Sin embargo, la doctora Oruc duda de que la mente del ex psiquiatra y ex poeta Radovan Karadzic, líder de los radicales serbios de Bosnia, que han ocupado a sangre y fuego el 70% de la antigua república yugoslava, fuera capaz de idear semejante experimento para ponerlo en práctica con toda una ciudad. No obstante, sí se puede hablar de una lógica perversa, "tanto en la forma en que se desencadenan los ataques, con momentos de calma y momentos de furor, como en las esperanzas que se albergan cuando vuelve momentáneamente el agua o la electricidad. Desde el punto de vista psicológico, está claro que se trata de una lógica perversa. No pasa ningún día sin que pase algo". Cada día un poco peor. Es fácil advertirlo en los ojos de los habitantes de Sarajevo después de casi 500 días de sufrimiento, esperanza, sufrimiento y desesperanza. "Tras un jornada de ataques feroces tenemos un río de pacientes, con más de 100 casos al día". En cualquier caso, es la misma lógica perversa que se oculta "detrás del pensamiento fascista que habla de una superioridad étnica".
"Muchos ciudadanos de Sarajevo se niegan a aceptar la realidad", dice Liliana Oruc. "Incluso muchos amigos médicos me han dicho que querrían acostarse un día y dormir para siempre". La gente despierta de su sueño y se da cuenta de que no hay futuro. Se aferran a ilusiones que se revelaron vanas: el fin de la guerra, la intervención militar. Pasa el tiempo y nada mejora. Al contrario." El único mecanismo que se puede utilizar es bastante cruel: decirle al paciente toda la verdad y que el enfermo reconstruya todo el trauma que ha recibido", dice la doctora. Muchos afectados por el síndrome de estrés postraumático no quieren tratamiento psiquiátrico, "buscan un mecanismo para sobreponerse", precisa Oruc. A los bombardeos se une la falta de electricidad (la búsqueda de leña) y de agua (las colas en las fuentes) y la falta de comida (ayuda humanitaria).
Jasmina lleva un mes en el hospital. El 20 de junio recibió la noticia de que una prima, su mejor amiga, había muerto a causa de un mortero. Le cuesta recordar y habla como poniendo los pies en una losa que se mueve: "Mi cerebro funcionaba bien. Era consciente, pero no podía reaccionar". Sus dos hijos están al cuidado de su abuela. Su marido está en el frente.Ella dice que se siente mejor, aunque parece demasiado frágil para enfrentarse a la lluvia de chatarra que vuelve a caer sobre Sarajevo. "Sobre todo me siento triste. Tengo mucho miedo de las bombas y no dejo de recordar". Sin embargo, no quiere abandonar Sarajevo: "Siento que no debo irme de aquí".
"A mayor número de bombardeos, más pacientes. Tras las esperanzas desatadas en los meses de febrero y abril, en los que se pensaba que iba a haber una intervención militar exterior y había agua y luz, el número de pacientes decreció. Pero en mayo, la realidad empeoró y el número de enfermos se disparó", precisa Sead Pasic, de 38 años, enfermero jefe. "Al término de la guerra vamos a necesitar diez hospitales neuropsiquiátricos".
Los niños de Sarajevo son presa fácil. Como dice la psiquiatra Nada Miletin, de 65 años, jefa del departamento infantil de Kosevo, "en el campo de concentración en que se ha convertido Sarajevo los niños sufren graves desórdenes del comportamiento, jugando a héroes y adoptando modelos agresivos. Están solos la mayor parte del tiempo y adoptan antes de tiempo el papel de adultos".
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