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La policía mata a tiros al secuestrador y libera a seis niñas y su maestra en una escuela de París

El secuestrador había dicho: "Prefiero morir a ser capturado con vida". A las 7.30 de ayer, aprovechando que se había quedado traspuesto, un comando de la policía penetró en el aula donde todavía retenía como rehenes a seis niñitas y a su maestra y le mató de tres disparos en la cabeza. Las pequeñas no se dieron cuenta de nada: dormían a pierna suelta. Este final de una pesadilla que había durado 46 horas provocó un profundo alivio en Francia y el aplauso para el Gobierno.

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El encapuchado secuestrador de la escuela Commandant Charcot, del barrio parisiense de Neuilly-sur-Seine, no jugaba de farol. Además de un revólver, tenía su busto rodeado con 21 cartuchos de dinamita que podía hacer detonar en cualquier momento. Era un pied noir, es decir un francés nacido en la Argelia colonial. Tenía 42 años y se llamaba Eric Schrnitt.El pasado sábado, Schrnitt ya había hecho explotar una bomba en un aparcamiento de Neuilly. Un panfleto firmado "HB" reinvidicó esa acción y anunció otra inminente que "hará temblar a toda Francia". Los documentos que transmitió a la policía durante el secuestro de los niños también estaban firmados con esas iniciales. Querían decir Human Bomb, la bomba humana.

Gilles Nakab, un psiquiatra que colaboró con la policía, declaró ayer que a través de sus comunicados orales y escritos el secuestrador dio pruebas de ser "un individuo frío, tranquilo, decidido y muy peligroso". Tan solo cuando se dirigía a los niños parecía diferente. Lo hacía en tono de broma, manteniendo la ficción del juego que había establecido la maestra. Schmitt había preparado "minuciosa y mil¡tarmente" su acción, según Charles Pasqua, ministro del Interior. Aguantaba despierto a base de anfetaminas y café.

Minutos después de la liberación de los rehenes, Edouard Balladur, el primer ministro, se presentó en la escuela. Fue acogido con vítores por las decenas de personas que habían pasado la noche en los alrededores declarándose voluntarias para reemplazar como rehenes a los niños. Balladur expresó los sentimientos que animaron ayer a sus compatriotas: "alivio", "felicidades a la policía" y "admiración por la maravillosa actitud de Laurence Dreyfus", la maestra de los pequeñitos. Dreyfus, nombrada ayer dama de la Legión de Honor, protegió física y psicológicamente a los niños durante 46 horas. Se convirtió en una pantálla entre la encapuchada bomba humana y sus alumnos, de tres y cuatro años de edad. Les contó que el secuestrador formaba parte de un juego.

La estrategia del Gobierno se basó en el principio de proteger ante todo a los niños. En la noche del viernes, el Gobierno estaba dispuesto a entregar los 100 millones de francos (unos, 2.200 millones de pesetas) exigidos por el secuestrador. Ese dinero ya había sido transportado a la escuela. El encapuchado podía intentar escapar, pero sin ningún niño. El fiscal de la república se ofrecía para reemplazar a los niños. Como éste rechazó el canje de rehenes, las negociaciones fueron interrumpidas.

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A las 7.30, gracias a una cámara de vídeo que habían logrado introducir en el aula, los también encapuchados hombres del RAID (los comandos de la policía) se dieron cuenta de que se había adormecido. Dos grupos provistos de armas con silenciadores entraron en el aula. Uno comenzó a rescatar a los niños y otro se aproximó al secuestrador. Este se despertó. Tres disparos en la cabeza acabaron con él.

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