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50 pirámides con tesoros fabulosos tratan de escapar en Perú a la codicia de los saqueadores

Walter Alva, descubridor del Señor de Sipán, busca en Madrid la ayuda de los arqueólogos

Andrés Fernández Rubio

Indiana Jones no tiene sombrero de explorador, ni látigo para castigar a los profanadores de tumbas, ni el empuje animal de Harrison Ford. Walter Alva, de mediana estatura y tranquila apariencia, también es, a su manera, un hombre de acción. Hubo un día en que, dentro de una tumba, levantó una capa de tierra y apareció una orejera de oro tallada con la figura de un hombre. Sintió una sensación muy extraña. No sabia quién miraba a quién. Fue la premonición del inmenso tesoro que luego iría saliendo de la tierra: el Señor de Sipán. Alva logró ganar para la ciencia lo que los saqueadores pretendían ganar para el grosero contrabando. Cincuenta pirámides funerarias, algunas con tesoros fabulosos, pueden no correr igual suerte en Perú.

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"Vamos a mataros a todos". "Este oro es nuestro". Las primeras noches, mientras Alva y parte de su equipo, compuesto por 15 personas, custodiaban la plataforma funeraria de Sipán, los merodeadores escudriñaban desde la espesura, lanzándoles amenazas e improperios. Los dos policías que los acompañaban disparaban al aire.Días antes, una banda de ladrones había empezado ya el trabajo, y en unas horas arrasaron una de las tumbas, cuyos objetos fueron comercializados y llegaron rápidamente al mercado norteamericano. Algunos fueron interceptados en la aduana, y está en marcha la reclamación del Gobierno de Perú.

Este saqueo fue nocturno, pero la población campesina y pobre, viendo lo comenzado por la banda en la sombra, se lanzó al vandalismo a plena luz del día: un centenar de personas impulsadas por la codicia consecuencia de la penuria.

Los ecos del suceso llegaron al Museo Brunning, en Lambayeque (Perú), cuyo director, Walter Alva, abandonó entonces la tranquilidad arqueológica de las habitaciones y se lanzó a la carrera. Cuando llegó al lugar, con la plataforma funeraria a Punto de ser destrozada, el tumultuoso desalojo de los invasores incluyó gritos exaltados y disparos al aire. Se instaló un campamento, y el lugar, ya conocido desde mucho antes por Alva y su equipo, pero sin excavar por la falta de medios, acabaría sacando a la luz, en 1987, el gran descubrimiento de Sipán: 600 objetos de oro, plata y cobre.

El hallazgo dejó desnuda la intimidad funeraria y cultural de los mochica, uno de los pueblos preincaicos más importantes, surgido en la costa desértica al norte de Perú 1.000 años antes de la llegada de los incas y 1.500 antes de la conquista española.

Todo esto lo cuenta ahora Walter Alva con paciencia, lejanamente complacido al relatar estas aventuras, que un escritor, Sidney Kirkpatrick, ha plasmado en una novela que aparecerá en Estados Unidos con el título de Los señores de Sipán.

Los días siguientes a la instalación del campamento, los habitantes de la zona comenzaron a peregrinar a Sipán. Fue el momento en que Alva sintió pánico ante la posibilidad de que los grupos formados se lanzasen al saqueo. En aquella semana fueron cientos, miles, los curiosos. "Logramos controlarlo, y se invirtió la figura", dice Alva orgulloso de sí mismo y de la gente. "Con mucho respeto, grupos ordenados pasaban a ver, con asombro y veneración, lo que anteriormente codiciaban".

La aventura de Sipán no terminó ahí, sino que se convirtió en el caso Sipán cuando uno de los 10 miembros de la banda que inició la depredación fue identificado y murió en un enfrentamiento con la policía. Se trataba de un profesional, según Alva, y en su casa se recuperaron varios de los objetos.

La labor de convencer a los campesinos funcionó de tal manera que ahora el Señor de Sipán forma parte de la identidad cultural de la región, hay canciones al Señor de Sipán y el lugar lo visita el turismo, con una reproducción exacta de la tumba construida en las inmediaciones y un pequeño museo.

"No hemos recuperado restos inertes, ni solamente joyas, sino una rica herencia cultural que está revitalizando la identidad cultural de los peruanos", dice Alva, que está convencido de que la única manera de preservar la inmensa riqueza arqueológica peruana -no sólo en la región de los mochica, sino también en las de las culturas chimú, paraca, nazca o huari- es la colaboración civil.

Sólo así podrán rescatarse "las 50 pirámides, por lo menos, de diversas épocas, que se encuentran en la región de Lambayeque", dice. Añade que se mantiene la vigilancia, "pero los saqueadores están muy activos. Hay saqueos a diario, y el sistema de protección que estamos ensayando es el de los comités locales, la propia población implicada en proteger su pasado".

Antiguos gobernantes

De esas pirámides semicontroladas -las dos de Sipán, de adobe, miden 30 metros de altura y 100 metros en la base-, "muchas deben contener los entierros de los antiguos gobernantes", continúa Alva, "cuyo extraordinario desarrollo estuvo basado en los sistemas de irrigación extensiva por ellos descubiertos, que permitió a los mochica un gran excedente de los productos de la zona, sobre todo maíz y yuca". Y expresa discretamente la suposición de que, al igual que los enterramientos de Sipán, muchos de los monumentos funerarios pueden guardar "fabulosos tesoros".Estos hallazgos son prueba, en opinión del arqueólogo, de que, pese a los 500 años de saqueo, "que se inicia con la conquista y se ha intensificado en los últimos 50 años", quedan muchos lugares intactos que podrán proporcionar una valiosa información.

La amenaza son los traficantes, cuyo primer eslabón descansa en los campesinos pobres y llega a las redes internacionales de contrabando. "En muchos casos hay gente conocida", dice Alva, "pero difícilmente se puede probar, y en muchos casos la ley no es muy precisa para sancionar este tipo de delitos".

México y Perú son los dos grandes focos de cultura arqueológica en América, y Alva espera que diversos países inicien o aumenten la colaboración científica. España participa desde hace dos años en la excavación de Sipán a través del V Centenario. "Los proyectos en marcha", dice Alva, "esperamos que cambien radicalmente el panorama de la arqueología americana". Otros lugares deslumbrantes como Sipán pueden aparecer en cualquier momento, se lee entre líneas en las discretas palabras del verdadero Indiana Jones.

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