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El racismo agua la fiesta de la unidad alemana

Más de una docena de ataques contra albergues para extranjeros llenaron las primeras horas del año 11 de la nueva Alemania. Entre Aras víctimas de los grupos neonazis, dos niños libaneses sufrieron gravísimas quemaduras en las cercanías de la civilizada Düsseldorf. El canciller federal, el democristiano Helmut Kohl, mencionó finalmente el tema, por primera vez desde que, a mediados del mes pasado, empezara esta ola de racismo, pero sólo para insistir a continuación en que hará todo lo que esté en su mano para acabar lo antes posible con "el abuso del derecho de asilo".

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Apuesta peligrosa

La ceremonia oficial para conmemorar el primer aniversario de la unificación alemana, que tuvo lugar en Hamburgo, cuyo land ostenta actualmente la presidencia del Bundesrat -la cámara territorial-, estuvo marcada por estos hechos. Los dos oradores de la jornada, la presidenta del Bundestag, la democristiana Rita Süssmuth, y el del Bundesrat, el socialdemócrata Henning Voscherau, mostraron su alarma ante este agudo brote de racismo y xenofobia, cuya intensidad no se recuerda en Alemania desde los infaustos tiempos del III Reich."Debemos ser conscientes", dijo Süssmuth, "de que los ataques contra quienes buscan asilo y contra los extranjeros en Alemania despiertan temores fuera de nuestro país que están alimentados por nuestro pasado". Voscherau, por su parte, pidió a los alemanes que respeten a los extranjeros y que olviden el odio, el racismo y la violencia. Ambos políticos habían acudido a primeras horas de la mañana al antiguo campo de concentración nazi de Neuengamme, cerca de Hamburgo, donde depositaron una corona de flores.

Los equilibrios de Kohl

Kohl, por su parte, que asistió a la ceremonia, pero no pronunció ningún discurso, se dirigió por la tarde al país por televisión. El breve discurso del canciller se centró, por un lado, en el éxito de la recuperación económica en la ex RDA, así como en las críticas a la actitud arrogante de los alemanes occidentales y a la difícil superación del muro mental que separa aún a las dos sociedades. Sólo un párrafo dedicó al candente tema del racismo. Para Kohl, los extranjeros merecen respeto y tolerancia. "Muchos de ellos", dijo, "han vivido entre nosotros durante mucho tiempo y han contribuido con su duro trabajo a la prosperidad de todos nosotros".Pero, a continuación, el canciller recordó que el número de emigrantes extranjeros en Alemania es el mayor de toda Europa. "Sé que mucha gente está muy preocupada por esto", añadió. "Por ello se requiere una acción enérgica del Estado, y yo haré todo lo que esté en mi poder para acabar lo antes posible con los abusos de las leyes de asilo".

Mientras tanto, dos niños libaneses de cinco y nueve años siguen hospitalizados en estado gravísimo después de que fuera incendiado el albergue donde se alojaban en Huenxe, al norte de Düsseldorf. Un grupo de 25 neonazis, armados con hachas y palos de hierro, destrozó completamente otro centro de alojamiento en Kassel. En Luckenwalde, al sur de Berlín, un albergue donde se alojaban 32 ganeses tuvo que ser desalojado ante la presencia de unos 30 neonazis que arrasaron completamente el local.

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En Bremen, donde la extrema derecha obtuvo cerca de un 9% el pasado domingo, dos extranjeros fueron hospitalizados con graves quemaduras. Otros ataques tuvieron lugar en la isla de Rügen, en el Báltico, así como en Sajonia-Anhalt. Un "hombre de piel oscura", según la policía, ingresó en el hospital de Elmshorn, en Schleswig-Holstein, tras ser apaleado en un tranvía. El balance de la actuación policial, sin embargo, parece mínimo en comparación con las dimensiones de la violencia.

Ayer tarde se celebró una manifestación de la izquierda autónoma en Berlín y en Gera. Los neonazis desarrollaron la suya en Werben, cerca de Erfurt, en Turingia. La policía fue puesta en estado de alerta en todo el país en previsión de los incidentes que pudieran surgir tras un día de fiesta. En las citadas manifestaciones no se produjeron incidentes.

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