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Películas con niño

El punto de vista infantil domina el cine actual

Un reciente festival de cine sobre la infancia celebrado en Toulouse (Francia) el pasado mes de abril ha probado la influencia del punto de vista de los menores de edad en parte de la actual producción cinematográfica mundial. Para Loic Grelier, delegado general de Les Enfants Lumiere -ésa es la denominación del certamen-, "la especialización del festival puede parecer absurda, pero corresponde a una realidad, al hecho de que la infancia esté presente en muchísimas películas. En su momento, Los cuatrocientos golpes y Antonio Doinel supusieron una revolución, el fin del paternalismo. Hoy las carteleras están repletas de historias contadas por y para niños.

"Cuando se me ocurrió la idea de Les Enfants Lumiére estaba muy seguro de acertar. Luego, cuando piensas en que vivimos un momento en que las grandes explicaciones del mundo, las utopías científicas, han entrado en fase de liquidación, comprendes la validez del punto de vista infantil, que tiene algo de último refugio", explica Greller, que no olvida tampoco hasta qué punto es mayoritariamente muy joven el público que alimenta la industria cinematográfica.Lo cierto es que Schwarzenegger anda metido en una guardería; que la historia de Pu Yi, el último emperador de China, Bertolucci la organizó a partir de una lujosa escena primitiva en la que miles de guerreros se arrodillan ante un niño; que Solo en casa prueba que un crío, con la ayuda de la televisión, puede afrontar los peligros del mundo; que Spielberg no ha resuelto aún la orfandad de sus héroes; que Pretty woman es una versión para adultos de La cenicienta, en la que nunca se abordan los verdaderos problemas de la relación; que Paris-Texas o El tambor de hojalata han sido hitos del cine contemporáneo, y que Cría cuervos justifica la máxima de Oscar Wilde por la que Ios niños empiezan amando a sus padres, cuando son mayores les juzgan y, a veces, les perdonan".

Los pequeños espectadores de Les Enfants Lumiere expresaban su decepción ante algunas de las películas seleccionadas utilizando argumentos idénticos a los empleados por sus mayores: "Esa película es tan triste como un programa de noticias de televisión, pero aquí no puedes cambiar de cadena", decía Judith, de 12 años, después de ver la dureza de la vida de dos niños filipinos convertidos en buceadores a la fuerza. Para Julien, que ha cumplido los 13, el documento es "muy interesante porque te habla de cosas de las que no sabes nada. Además, en el cine todo es más impresionante".

Loic Grelier se queja de que el festival no haya despertado un mayor interés entre el público: "Creo que nuestro mensaje no ha sido suficientemente claro. Se ha repetido la confusión típica entre cine infantil y cine sobre la infancia". Lo cierto es que Toulouse, con sus 70.000 estudiantes (casi un 12% de la población de la aglomeración urbana), su elevado índice de frecuentación cinematográfica -el tercero, en cifras absolutas, de Francia-, parece ser el lugar idóneo para acoger estos Enfants Lumiére que viven, en sus dos terceras partes, de los poderes públicos.

Entre las cintas seleccionadas, un cortometraje de Godard: L'enfance de Part. En él, una mujer lee Los miserables a un niño que quisiera irse a jugar a la pelota. De vez en cuando cruzan el cielo bombarderos que no vemos, y explotan bombas en los alrededores y se cruzan ráfagas de metralleta. "La peor tiranía es la de las ideas", proclama Godard de la mano de Victor Hugo en su intento de cuestionar el derecho a adoctrinar niños.

Para Jeanne, de 12 años, es insoportable que la mujer siga leyendo cuando el niño lo que quiere es pegarle cuatro patadas al balón". La fábula godardiana le ha crispado mucho más que los horrores miserabilistas descritos en un filme ruso o en otro colombiano: "No entiendo porqué tienen que enseñar la sangre o los golpes. Ya lo sé, y no quiero verlo. Es demasiado terrible, no es un espectáculo".

El festival premió un filme francés, Cheb, realizado íntegramente por un equipo técnico-artístico de origen árabe. En él, un adolescente duda entre una patria adoptiva que le acaba de expulsar -Francia- y la patria mitificada de los padres, que le acoge con prohibiciones y exigencias religiosas -Argelia-. La realidad vivida se impone a la soñada, y el protagonista regresa a Francia, un gesto que equivale a renunciar a una vida de eterno Peter Pan y de limitar la infancia en el espacio del recuerdo. Una buena conclusión para este primer año de Les Enfants Lumiére.

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