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Christine Spengler presenta en París su libro de memorias

La fotógrafa hace balance de sus 20 años de reportera de guerra

Christine Spengler estaba en París la noche en que los norteamericanos comenzaron a bombardear Irak. Pero esa vez no sintió el gusanillo que antaño la llevó a Belfast, Saigón, Beirut, El Salvador o Teherán. Esa vez, Christine Spengler ultimaba su libro Una mujer en la guerra y no tenía ganas de correr a un nuevo frente. Ahora París consagra a la fotógrafa diversos homenajes.

Esta Semana Santa, Christine Spengler fue una de las estrellas de la vida cultural parisiense: presentó su libro de rnemorias, estrenó exposición retrospectiva en el foro de Les Halles y fue la protagonista de dos programas -El diván y Miradas de mujer- en la cadena televisiva FR-3. Pero que sus amigos no se alarmen. Christine es la de siempre: una mujer dulce y sociable que concentra todas sus energías en ocultar sus penas. La fotógrafa no siente el menor remordimiento por no haber cubierto la guerra del Golfo. En primer lugar, ahora está más interesada en fotografiar la belleza que el horror. La primera, piensa, está en "un mayor peligro". Y además, añade, la última guerra "ha sido mala para los fotógrafos: demasiado control por parte de los militares".Luto

La fotógrafa dice seguir llevando luto por sí misma y por el resto del mundo. "Continuaré dando testimonio de la existencia de esos hombres, esas mujeres y esos niños maravillosos que sonríen en lo más profundo de la tragedia, esas flores de la guerra", dice. "He vivido demasiado tiempo con ellos; les pertenezco para siempre".

Spengler pertenece a esa tradición de reporteros gráficos franceses que ha dado maestros como Robert Doisneau, Henri Cartier-Bresson o Raymond Depardon y ha creado las agencias Magnum, Sygma y Gamma. "Mi vida", dice, "empezó en Chad, cuando mi hermano Eric me dio una Nikon para que fotografiara a los guerrilleros".

Tras esa iniciación en Chad con su hermano, Christine Spengler viajó en solitario a Irlanda del Norte, donde realizó un reportaje, Carnaval en Belfast, reproducido por L¡fe y Paris-Match. Luego trabajó en Vietnam para la agencia Associated Press, y desde entonces nada ha podido detener su noviazgo con la guerra, ni la posibilidad de ser secuestrada en Beirut, ni la necesidad de ponerse un chador para trabajar en Teherán.

En su libro Una mujer en la guerra, Christine Spengler da la clave de su existencia de adulta. En marzo de 1973, en el hotel Continental de Saigón, recibió un telegrama que le anunciaba el suicidio de su hermano Eric. "Me convertí en una viuda, y desde entonces me vestí, fotografie y soñé en blanco y negro".

La exposición consagrada a Christine Spengler en el foro de Les Halles se llama Guerra y sueño y aborda las dos facetas de su trabajo; dos facetas que, según Christine Spengler, son en realidad "una sola y misma cosa". Una sala alberga imágenes bélicas tomadas en Beirut, Phnom Penh o el Sáhara occidental; otra, las realizadas en estudio con toreros o vírgenes decorados con flores, mantones de Manila, tomates, espárragos o joyas de Christian Lacroix.

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