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Culto al cuerpo

La estética de la moda del próximo verano anuncia el fin del exceso del diseño

El clasicismo es la causa, y el exceso del diseño, el efecto. La moda prefiere empaparse de costura, como demostró ayer Jesús del Pozo ante un aforo lleno de su público incondicional -entre los que se encontraban Ana Belén, Miguel Ríos o Carmen Rossi-. O bien opta por desnudarse y alcanzar la cima más alta de pureza -la moda con alma que presentó Adolfo Domínguez- o tiende a sublimar el cuerpo femenino, como Paco Casado.

Otros han traducido de la calle, y han elevado el papel de la mujer al estiado ideal, como Roberto Verinno. Y Tráfico de Modas, motivados por las nuevas generaciones, han utilizado el garbo deportivo para simplificarlo con chaquetas inspiradas en las clásicas tejanas y volantes superpuestos, con un regusto cíngaro. Todo menos recurrir al artificio por el artificio.Mientras Jesús del Pozo actuó, de nuevo, como escultor del traje, buscaiido la fuerza del triángulo e ideando abrigos-camisolas con vuelo de capa, Adolfo Domínguez se erigió como el más comprometido ideólogo. El suyo es un traje muy fluido, con ambición de serenidad y normalidad. Huye del lujo y lo entalla a lo Audrey Hepburn y aun cuando sus vestidos sean de lamé dorado, las modelos continúan siendo mujeres accesibles.

Además del short, que es la pieza -por su novedad- con más gancho para el próximo verano, las variaciones sobre el pantalón pirata o el ciclista se visten de materiales ricos. La influencia gitana ha irrumpido de forma simultánea en el cine y en la moda. Nudos, mantones, faldas largas, volantes y estampados, reflejan esa tendencia del traje suelto y envolvente.

La frase de Stephen Hawkins, la que se pregunta por qué recordamos el pasado en lugar del futuro, ha planeado más que nunca sobre la pasarela Cibeles, que esta noche se clausura con el desfile de Vittorio y Lucchino.

Los diseñadores parecen hacer uso de aquello que Marcel Proust bautizó como la memoria involuntaria. Los apuntes surgen de cualquier época. Los años cincuenta se reflejan en el patronaje y el color toma de protagonistas a los sesenta. Incluso los legados de los grandes maestros de la alta costura, Dior y Balenciaga, sirven de maravilla a los creadores que, a las puertas del siglo XXI, aún entienden por moda distinción y exclusividad.

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