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LA CRISIS DEL GOLFO

Siria e Irán buscan mayor protagonismo en el conflicto

Ángeles Espinosa

ÁNGELES ESPINOSA El presidente sirio, Hafez el Asad, se encuentra desde ayer en Teherán, donde intenta convencer a las autoridades de la República Islámica para que no se dejen subyugar por los recientes guiños iraquíes. En sus conversaciones figuran temas como las relaciones bilaterales, la situación de Líbano y de los rehenes occidentales en este país, pero sobre todo la nueva crisis del Golfo. "Se trata de un momento especialmente delicado en la región, y Siria e Irán pueden desempeñar un papel de particular importancia", manifestó el presidente iraní al recibir al sirio

El protagonismo de ambos países es, efectivamente, de gran relieve, no en vano tienen cientos de kilómetros de fronteras con Irak, lo que les convierte en actores de primera fila para una efectiva aplicación del embargo contra Irak.El régimen de Damasco, tradicional enemigo del de Bagdad, apoyó a Irán en la guerra del Golfo -que se prolongó entre 1980 y 1988-, pero es la primera vez que su presidente viaja a ese país desde 1979. "Tenemos muchas cosas que decirnos", declaró Asad poco después de su llegada al aeropuerto de la capital iraní, donde le esperaba su homólogo, Alí Akbar Hachemi Rafsanyani.

Hafez el Asad permanecerá tres días en Teherán, en el curso de los cuales será recibido también por el líder espiritual iraní, Alí Jamenei.

Con la invasión iraquí de Kuwait, la República Islámica iraní se ha visto atrapada en medio de una dificil elección. Por un lado, su enemigo secular, el vecino con el que se ha batido durante ocho años en una guerra sin otro resultado que la mutua destrucción. Por otro, el gran Satán, como bautizara a Estados Unidos, el venerado y ya fallecido ayatolá Ruholá Jomeini. En esta tesitura, Irak le ha ofrecido en bandeja una paz sin condiciones, su retirada de suelo iraní, la devolución de sus prisioneros y el reconocimiento de las fronteras internacionales establecidas en el Tratado de Argel de 1975.

Contradicción aparente

Aunque las autoridades de Teherán han repetido su condena de la invasión y anexión del emirato, la presencia en la zona de las tropas occidentales, pero sobre todo norteamericanas, no puede sino sublevar sus recuerdos. Así se explica la aparente contradicción entre las especulaciones sobre el envío de un contingente militar iraní para defender los lugares santos del islam, en Arabia Saudí, y el llamamiento a la guerra santa contra las fuerzas extranjeras lanzado por el guía espiritual de la República Islárnica iraní, Alí Jamenei.

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Los analistas hablan de nuevo de la posibilidad de que esté en curso un enfrentamiento ideológico en Teherán entre revolucionarios y pragmáticos.

Fuera, se espera con inquietud que Irán descubra su jugada después de su espectacular acercamiento a Irak. El presidente sirio, Hafez el Asad, para quien la invasión de Kuwait es "un error imperdonable", constituye por ello el mejor de los interlocutores posibles.

Siria fue, aparte de Libia en menor medida, el único país árabe que apoyó a la República Islámica de Irán en su lucha contra Irak. Y Rafsanyani recordó ayer este hecho cuando recibía al líder de Damasco, justo en el décimo aniversario del inicio de la guerra. "La visita se produce en el día apropiado", dijo el presidente iraní.

[El presidente Raflanyani, en una reunión cívico-militar para conmemorar el décimo aniversario de la guerra contra Irak, hizo un llamamiento a las Fuerzas Armadas para que se mantengan preparadas mientras dura la tensión en la zona, informa la agencia Efe desde Teherán. "Sería una error pensar que hoy es un día de descanso después del periodo de posguerra", declaró el presidente iraní, para concluir: "Es una necesidad para nuestras Fuerzas Armadas mantenerse preparadas hasta que se vuelva a restablecer la seguridad del área"].

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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