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Crítica:CINE / 'A WINTER TAN'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Las vacaciones de una mujer feminista

Borracha de anís, su cuerpo desmadejado, malamente dispuesto sobre el sucio asiento de un vagón de tercera mexicano, leyendo a Baudelaire mientras sueña la propia muerte, Jackie Burroughs revive el descenso a los infiernos de Maryse Holder, una profesora de universidad estadounidense que "dio vacaciones a su feminismo" y se instaló en Acapulco para sumergirse en la práctica desesperada del turismo sexual. La imagen es patética y terrible por muchas razones, la menos importante de las cuales no es, precisamente, lo que contiene de verdad insoportable.A winter tan parte de las cartas de Maryse Holder, convoca el fantasma de esa mujer transgresora a partir de lo único que queda de ella: centenares de páginas manuscritas enviadas desde México a su amiga y confidente Edith. Y Maryse aparece mirando a la cámara, explicándose y provocandonos desde su cuerpo anoréxico, unos labios rodeados por pequeñas arrugas y una piel que ha tomado demasiado el sol. Maryse-Jackie tiene la edad que aparenta, cumplidos ya los 40, pero le gustan los hombres jóvenes. Ellos la maltratan y se aprovechan de ella.

A winter tan

Directores: Jackie Burroughs, Louise Clark, John Frizzell, John Walker y Aerlyn Weissinan. Intérpretes: Jackie Burroughs, Erando González, Javier Torres, Diane d'Aquila, Anita Olanick y Fernando Pérez de León. Guión: Jackie Burroughs, basado en el libro Give sorrow words, de Maryse Holder. Fotografçía: John Walker. Música: Ahmed Hassan y John Lang. Canadiense, 1988. Estreno en Madrid, cine: Alphaville.

Maryse Holder, o cuando menos la descarnada recreación que hace de ella Jackie Burroughs, vive la sexualidad como el cónsul de Lowry ingería alcohol, monologa de forma tan febril como Molly Bloom y se siente atraída por el léxico pornográfico como un Henry Miller. Cuando contempla México y los mexicanos lo hace como una forastera depredadora y obsesiva que parece que sólo se preocupa por la satisfacción fisica que puede sacar de los gigolos y chulos con los que baila. Pero quisiera ser amada, que se valorase su sometimiento, pero no lo logra y paga personalmente por todo el desprecio y rencor acumulado contra Estados Unidos. El país y el idioma son meros decorados exóticos que sirven para que ella se sepa forastera, perdida. Ha decidido encontrar su identidad o perderla definitivamente.

Una película dirigida a cinco manos, con lo que bien podríamos rebautizar como dirección colectiva, corresponde también a un espíritu de grupo. Es indudable que el feminismo, la crisis de muchos de sus planteamientos, está detrás de esta biografila epistolar y nada ejemplar de una militante retirada que aboga por un "feminismo sin virtud", es decir, no religioso y favorable al placer, que sepa reconciliarse con sus contradicciones. No toda la película mantiene siempre el mismo nivel pero parece bastante claro que Jackie Burroughs, al aceptar ser Maryse, escribir el guión y responsabilizarse de la dirección, es la auténtica alma del proyecto. El largo monólogo final, con la actriz disfrazada como un Keith Richards femenino, sabiendo que su destino es la muerte, dialogando con la cámara antes de abandonar para siempre el escenario, es un reto que sólo puede comprenderse por el propio deseo de la actriz. En otros momentos -las secuencias del baile, por ejemplo- la cámara es más descriptiva y convencional; su punto de vista, próximo al de un documentalista televisivo. Pero esa irregularidad acaba por integrarse en la cinta, sus cambios de tono no son más extraños que las oscilaciones del ánimo de Maryse, y la película, con defectos incluidos, logra ser una de las propuestas más sinceras de entre las muchísimas que se van sucediendo en la cartelera.

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