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La venganza de los Monstruos

Para el autor, los dos bloques militares, enfrentados ideológicamente hasta ahora pero copartícipes en negocios militares con el Tercer Mundo, están en un proceso de acercamiento y, por tanto, de redefinición de su futuro. Entre sus problemas más acuciantes están las relaciones con ese otro mundo, pobre y hostil.

Pocos días antes de la última Navidad, el secretario de Estado norteamericano, James Baker, pronunciaba en Berlín un memorable discurso sobre la arquitectura del nuevo atlantismo, sentenciando lo que habrán de ser las tres nuevas misiones de la OTAN para los años noventa: el control y verificación de los acuerdos de desarme, la cooperación frente a los nuevos peligros y desafíos, y la creación de vínculos económicos y políticos con el Este, esto es, la reconciliación con los antiguos enemigos.Para Baker, "al tiempo que aumentan las esperanzas para la cooperación Este-Oeste, en los próximos años crecerán otros desafíos para la seguridad europea y atlántica: conflictos regionales en torno a los cuales el aumento de los misiles y armas nucleares, químicas y biológicas nos presenta un peligro creciente".

Durante décadas hemos vivido y alimentado una auténtica división internacional de las esferas de violencia y pobreza (para el hemisferio Sur), y de paz y riqueza (para el hemisferio Norte), plasmada fundamentalmente en términos de explotación económica. La tensión Este-Oeste, en cambio, ha mantenido un carácter más bien político, ideológico y tecnológico; el aspecto económico en las relaciones entre bloques no ha sido de explotación, sino de no-cooperación, que es bien distinto.

Desde hace unos pocos años, sin embargo, los sumos arquitectos de las relaciones internacionales han empezado a pensar que los dos edificios formados por la OTAN y el Tratado de Varsovia bien podrían adosarse, compartiendo incluso algunas estancias y el jardín de la casa europea, una mansión. próspera, llena de vida y de proyectos. Surge el problema, empero, de las medidas de seguridad a adoptar para tan valioso edificio, particularmente por estar situado en un entorno degradado, pobre y, consecuentemente, hostil.

De una manera especial en los últimos 20 o 30 años, aparte de tirarse piedras entre sí y vociferarse siempre que han podido, los habitantes de los dos edificios hoy en proceso de adosamiento se han dedicado al negocio de la venta de tecnología militar y nuclear a los edificios colindantes, algunos de ellos habitados por gente inmensamente pobre, otros por gente "en vías de desarrollo", y algunos pocos habitados por familias humildes, aunque con padres de familia inmensamente petro-ricos. Unos y otros, por diferentes motivos, han adquirido cañones, misiles, tanques, patrulleras, fragatas y aviones de todo tipo para incordiarse entre sí, con el beneplácito del pequeño vecindario industrializado que, como decíamos, les suministra el armamento y la tecnología bélica, amén de instruirlos en su uso. Desaparecido el enemigo del Este, el impresionante aparato de seguridad creado por los países europeos a lo largo de los últimos decenios no tiene a quién apuntar. Se acuerda reducir un poco el nivel de las existencias armamentistas, e incluso hay perspectivas de eliminar porcentajes de sistemas concretos, pero manteniendo el grueso del aparato militar, que necesita enemigos tangibles para mantener cierta legitimación social.

Ante el desconcierto político que se ha creado e Europa al romperse en cierta medida el muro Este-Oeste, la poderosa e influyente industria de armamento, temerosa de ir a la reconversión, ha encargado a la industria cultural especializada en la creación de nuevos enemigos que le proporcione unos modelos para la presente temporada. La eficacia de este sector productivo está fuera de duda, pues ya ha efectuado algunos desfiles de presentación de los nuevos modelos de enemigos.

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A partir de esta primavera se llevará el modelo enemigo-balístico, esto es, el de aquellos países que han adquirido una tecnología de misiles de largo alcance (de~300 a 1.000 kilómetros), capaces de asustar a cualquier buen vecino. La URSS pagará cara sus ventas de misiles Scud B a Libia, Irán, Siria, Yemen del Sur, Egipto e Irak. Este último país, además, reúne todas las condiciones para ser el chivo expiatorio de la temporada, el excelente enemigo que todos necesitamos. Y con intriga incluida, pues con Egipto y Argentina va detrás del desarrollo del cohete misil Cóndor II, también llamado Badr-2000, con casi 1.000 kilómetros de alcance y capacidad de transportar cargas nucleares. Más de un periodista ya ha sido asesinado investigando el asunto.

'Enemigo-proliferador'

Para el verano se llevará el modelo enemigo-proliferador, formado por una pléyade de países que, merced a los buenos oficios de comerciantes franceses y alemanes, han adquirido centrales nucleares para producir electricidad y bombas nucleares. De nada valieron las advertencias de hace 5, 10, 15 o 20 años, respecto a los peligros de la proliferación, ni los embargos, prohibiciones y restricciones. El imperativo comercial de compañías que tienen nombres y apellidos, y que en las últimas décadas han hecho grandes negocios con Argentina, Brasil, India, Irán, Irak, Pakistán o Suráfrica, entre otros países, sirve en bandeja la adopción de nuevos enemigos sobre los cuales debemos defendernos. La técnica es simple: les vendemos la peligrosa tecnología, nos asustamos y los convertimos en enemigos potenciales. Así podemos seguir fabricando armas para nuestra defensa.

Para el otoño puede imponer se el modelo enemigo-químico, que ya estuvo de moda hace unos pocos años con lo de la fábrica alemana en Libia. Empresas europeas han vendido materias primas susceptibles de ser utilizadas para fines militares a Corea del Norte, Afganistán, Siria, Irán y Vietnam, y probablemente a Birmania, China, Egipto, Etiopía, Irak, Israel, Taiwan y Libia. Suficientes para elegir lo preciso en el momento adecuado. Para el invierno, finalmente, una larga lista de modelos-saturación, es decir, la de aquellos países que a lo largo de los últimos años han ad quirido mayor número de materiales bélicos norteamericanos, soviéticos, franceses, chinos o británicos: Irak, India, Arabia, Egipto, Siria, Corea del Norte, Angola, Pakistán, Irán y Libia. La mayor parte de estos países repiten lista, con lo que aumentan su puntuación para alcanzar el grado de enemigo. La moraleja es clara: se borrarán de la lista algunos enemigos clásicos, pero serán sustituidos por otros pueblos que han alcanzado niveles sospechosos de rearme y militarismo. Nadie se culpará de que las cosas hayan ido así, ni preguntará quién ha provocado este rearme en el Sur. Sólo nos dirán que nuestros hijos se han convertido en monstruos y que, los muy vengativos, ahora nos amenazan con lo que les vendimos. Los productores, comerciantes y traficantes de armamentos continuarán cenando con ministros y per sonalidades preocupadas por que la balanza comercial no que de afectada por una disminución del aparato bélico. Pacifistas y defensores del desarme, ingenuos ellos, ya se sabe que sólo buscan el incordio y no entienden de alta política.

es investigador sobre desarme del centro Unesco de Cataluña.

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