Ken Loach presenta un magistral filme político
ENVIADO ESPECIALAyer se presentó una sólida y a ratos excelente película histórica, La puta del rey, de Mel Corti. En ella, Timothy Dalton demuestra que es mucho más que un 007 de pacotilla y hace una creación extraordinaria. Pero los protagonistas del día fueron el cineasta británico Ken Loach y su Hidden agenda, un thriller político de excepcional fuerza sobre las sucias trastiendas políticas en Irlanda del Norte.
Hacía tiempo -tal vez los años que nos separan del estreno de Mi amigo Ivan Lapshin, la obra maestra de Alexei Guerman, que es jurado en esta edición de Cannes- que no se veía una película política de la precisión y la radicalidad de Hidden Agenda, obra del insobornable e incómodopara la señora Thatcher cineasta británico Ken Loach, sin olvidar a su guionista Jim Allen, que hace un trabajo perfecto.En 1982, un miembro norteamericano de Amnistía Internacional, que realizaba una encuesta en el Ulster sobre las brutalidades, asesinatos y torturas llevadas a cabo por servicios paralelos del Ejército británico contra independentistas irlandeses, cayó a su vez asesinado en una cuneta de los alrededores de Belfast. Todos los indicios de la autoría del crimen conducían a los temidos comandos especiales del Ejército, e incluso más arriba, mucho más arriba, tan arriba que la investigación encargada a Scotland Yard fue cortada sin explicaciones y se echó tierra sobre el asunto.
Y ahí, en ese oscuro y enigmático avispero, entra de lleno Ken Loach. El cineasta no se permite ni una sola concesión en su penetrante indagación dentro de esta intrincada tela de araña cuyos orígenes alcanzan a las oscuras tramas que acabaron con las carreras políticas de Heath y Wilson y precipitaron la subida al poder de Margaret Thatcher.
La imagen de Hidden Agenda es austera, seca, directa, con sabor a reportaje televisivo. Todo es en ella pura indagación, conocimiento, penetración en un pozo al que no se ve nunca el fondo. Y sin embargo, es ficción en el sentido más clásico: una metáfora imaginaria que permite desvelar una prosaica e incluso sucia realidad. Estamos por ello ante un filme político hecho con tiralíneas, pura geometría cinematográfica.
Las dificultades
"Tuvimos muchas dificultades para realizar la película", dice Loach. "La primera fue encontrar productor. Las dificultades siguieron: comenzamos a rodar en Belfast pero tuvimos que irnos de allí y terminar la película en Londres. Era arriesgado seguir rodando allí. Terminada la película las dificultades continúan: nadie se atreve a exhibirla, temen que el cine donde se proyecte salte por los aires cualquier día. Además, se nos acusa miserablemente -no hace falta decir por quienes- de ser terroristas cinematográficos y miembros del IRA. Es una calumnia".Sus palabras son exactas: no es Hidden Agenda un filme sobre el IRA. La lucha independentista irlandesa es tan sólo el hilo del que en la película tira para llegar donde llega, a la sombra, al indicio perturbador de la existencia de algo que se parece mucho a un golpe de Estado permanente y sin ruido de cañones, ejercido por los servicios de inteligencia del Ejército británico sobre la propia sociedad británica. Irlanda del Norte es, para Loach, el campo de batalla de una guerra que tiene lugar en el corazón de Londres, y que está dirigida desde el 10 de Downing Street. Eso es lo que este audaz filme se atreve, con maestría, a contarnos.
En sus antípodas, Mel Corti, el maestro austriaco, uno de los grandes del cine europeo actual, presentó La puta del rey, un buen filme romántico sobre la desenfrenada pasión que la condesa Jeanne de Verue provocó en el rey del Piamonte Víctor Amadeo, a finales del siglo XVII. Una historia de amor loco rigurosamente histórica, que sirve para demostrarnos que el actor Timmothy Dalton da un salto en su carrera y que, de ahora en adelante, habrá que contar con él en la nómina de los mejores actores del cine europeo.
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