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Tribuna:LA CRISIS DE LA ORQUESTA NACIONAL
Tribuna
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Un problema musical

La Orquesta Nacional de Española es estos días protagonista de unos acontecimientos desagradables. Siempre he creído que las orquestas deben sonar musicalmente y, no ¿le otra manera, como ahora es el caso. Además, me duelen estos acontecimientos porque, aprecio especialmente a las dos partes más perjudicadas: la Orquesta Nacional, con la que, bajo la batuta del que fue su director, Ataúlfo Argenta, viví mis primeras grandes emociones musicales cuando era niño y con la primera que dirigí en España; y Cristóbal Halffter, mi profesor de composición en 1964-1965, de quien aprendí tanta música en tan poco tiempo.Yo he tenido la suerte, entre otros muchos, de haber estudiado con uno de los más grandes maestros de la formación de directores de orquesta: Hans Swarowsky. Su sabiduría inmensa en todos los aspectos musicales podría venir muy bien para reflexionar sobre todo este asunto.

"El director es más dependiente de la orquesta que ésta de él. Una orquesta de primera clase toca sin director o contra el director, siempre que éste amenace poner en peligro el resultado. Sin embargo, un solo instrumentista echa a perder el trabajo de toda una orquesta, lo mismo que un eslabón débil rompe toda una cadena. Contra músicos que no dominen su instrumento, el director es impotente. Cuando trate de educar o reeducar orquestas descuidadas, tiene un duro trabaJo por hacer".

Ideas aceptadas

Estas ideas de Swarowsky son aceptadas en su totalidad por todos los profesionales de la música. En los 19 años que llevo dedicándome profesionalmente a la dirección de orquesta he podido comprobar por mi propia experiencia cuán ciertas son. He tenido oportunidad de dirigir orquestas de todas las categorías, desde mis principios en el teatro de Sank Pólten hasta la Filarmónica de Viena, Philharmonia de Londres y tantas otras, y he podido cambiar impresiones con colegas de diferentes países y distintas ideas interpretativas. Todos, orquestas y directores, están de acuerdo.'Creo que sería injusto dudar de la profesionalidad de los componentes de la Orquesta Nacional, reconocida por todos, cuan do al frente de ella se han encontrado directores de verdadera calidad. También sería injusto dudar de la gran categoría musical de Cristóbal Halffter, siempre demostrada. Pero hay otra idea de Swarowsky que también considero muy importante: "El director debe tratar al músico como al verdadero ejecutante; los resultados artísticos deben ser alcanzados por convencimiento y no por obligación".

No conozco ninguna orquesta en el mundo que pueda conseguir buenos resultados artísticos si no existe dentro de ella una mayoría

de sus miembros que esté absolutamente a favor de su director. Lo veo muy claro: es muy dificil poder convencer si no existe una predisposición favorable por parte de la mayoría de la orquesta.

Resultado perjudicial

En algunas orquestas se ha intentado nombrar directores artísticos o titulares contra el criterío de sus componentes, y el resultado ha sido siempre perjudicial para todas las partes. Sin embargo, sí que conozco orquestas, y bastantes, que son siempre consultadas antes de designar a quien debe regir su destino artístico, incluso algunas que lo eligen por sí mismas, aunque estén integradas en colectivos más complejos, como, por ejemplo, un teatro de ópera. En estos casos los resultados artísticos suelen ser satisfactorios, porque las orquestas se responsabilizan de sus decisiones y funcionan (o dejan de funcionar) según la cabeza que ellas mlIsmas han propuesto o elegido.Quizá yo esté muy influido por los procedimientos que se siguen en Alemania, Austria, Suiza, el Reino Unido, etcétera, países en los que actúo con más asiduidad que en España, pero el hecho es que estoy convencido de que una orquesta debe participar en una decisión artística tan importante como es la elección de su director titular o artístico. Es la única forma de poder conseguir una verdadera colaboración y responsabilidad por parte de sus mierribros.

Por eso, mi ferviente deseo es que todas las partes colaboren estrechamente y de esta forma se encuentre el camino recto para poner remedio a esta crisis sin que ninguna persona, entidad o institución tenga que sufrir más daño. Ojalá que así sea.

Miguel A. Gómez Martínez es director musical del Teatro Lírico Nacional de Madrid y director general de música de la ciudad de Mannheim (Alemania Occidental).

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