_
_
_
_
_
Reportaje:

Chile en el corazón

Se cumplen 50 años del viaje en el que Neruda llevó a Valparaíso a 2.200 refugiados españoles

"Viva Chile", gritó el pescador Juan Márquez, vestido con su raído. chaqueta de miliciano y una boina vasca. Fue el primero de los 2.200 refugiados españoles de la guerra civil que hace 50 años bajó desde el buque Winnipeg al puerto de Valparaíso. La multitud que los recibió cantaba con fuerza. "O la tumba serás de los libres, o el asilo contra la opresión", una estrofa del himno nacional de Chile, como bienvenida a quienes huían del franquismo, de los campos de concentracion franceses y de la II Guerra Mundial. Neruda organizó el viaje. Hoy se confunde el homenaje con el recuerdo al poeta.

Más información
La huella es alargada

Entre quienes recibieron o. los españoles estaba el médico Salvador Allende, entonces ministro de Salud del Gobierno del Frente Popular chileno. Pese a la oposicíón de la derecha, a un reciente terremoto, a la pobreza del país y a la distancia, ese 3 de agosto de 1939 Chile abrió sus puertas. Una ola solidaria sacudió la estrecha geografía. Culminaban meses de trabajo de Pablo Neruda, quien organizó la travesía de Francia y Chile de este viejo navío, que estaba acondicionado para pasajeros, el Winnipeg, una palabra alada cargada de esperanza, escribió el poeta.Los 280 sobrevivientes de esta odisea contemporánea, sus hijos y nietos, celebran en Chile durante esta semana el 50º aniversario de la llegada al Chile del Winnipeg. Tres exposiciones, dos libros, un vídeo, conferencias y comidas jalonan una conmemoración que ha contado con respaldo de la Embajada española y del Instituto de Cooperación Iberoamericanao.

"Me siento binacional", dijo José Ricardo Morales, ex comisario de la Brigada 46 Mixta del Ejército del Sur del Tajo, un refugiado que contribuyó a fundar el teatro en Chile y autor de más de 30 obras. "Llevo a Chile en el corazón", ratificó Agripina Arias, una obrera madrileña, viuda del teniente Benito Pascual, del Quinto Ejército, quien murió en Santiago "porque no soportó el golpe militar de Pinochet".

Dos tierras

"Tengo dos tierras", afirmo la pintora catalana Roser Bru. "A los derrotados nos recibieron como triunfadores en un país modesto: ha sido un gran exilio", sostuvo el pintor José Balmes. "Me sigue gustando el Spórting de Gijón, pero mis hijos, nietos y amigos están en Chile", agregó Ramón Pendas, ex secretario del comité de defensa del Frente Popular en Cangas de Onís, prisionero durante 11 meses y condenado a muerte, canjeado por detenidos franquistas.Cerca de medio millón de españoles del bando republicano huyó a Francia al terminar la guerra civil. El éxodo de los derrotados, bajo castigo aéreo, sin armas ni alimentos, no fue el último capítulo. Unos pocos, entre ellos las familias de Reiser Bru y José Balmes, tenían amigos y pudieron quedarse bajo techo en Francia. También pasaron penurias: "No había comida y dormimos en un pajar".

Para la mayoría, la elección fue partir a un campo de concentración o volver a España. Íbamos en filas. A los senegaleses que nos vigilaban les decíamos: 'La madre que los parió'. En la arena de la playa de Saint Cyprien, hoy un balneario de lujo, cavamos unos hoyos como tumbas. Cuando llovía nos tendíamos allí hasta que se flenaban de agua. Después salíamos y permanecíamos de pie bajo la lluvia". Pendas desertó del Ejército republicano. "no caigo prisionero por segunda vez", advirtió al superior, un comunista. Pudo hacerlo, pero cayó al hambre de un campo de concentración francés.

La Guerra Mundial era inminente a principios de 1939. Meses antes, Pedro Aguirre Cerda, del Frente Popular chileno, había triunfado en la elección presidencial con el lema "Gobernar es educar". Neruda, autor de España en el corazón, pidió al presidente ir a buscar refugiados españoles a Chile. "Tráigame millares de españoles. Tenemos trabajo para todos. Tráigame vascos, castellanos, extremeños", dijo Aguirre Cerda, y nombró a Neruda cónsul en Francia para la inmigración española. En abril de 1939 Neruda se instaló en París con Delia del Carril, la hormiguita, su segunda esposa, quien murió en julio pasado. Compartieron techo con Rafael Alberti y María Teresa León, y ambos colaboraron con la misión diplomática de Neruda. El poeta contactó con Juan Negrín, del Gobierno republicano en el exilio. El Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles (SERE) ayudó a seleccionar los inmigrantes. El Gobierno chileno prefería a trabajadores manuales antes que intelectuales.

Miles de cartas de refugiados pidiendo apoyo llegaron hasta Neruda. Pero en Chile, la derecha no deseaba a los exiliados republicanos. Un diputado dijo entonces: "Nos traen ladrones y asesinos". Los parlamentarios izquierdistas replicaban: el Gobierno anterior asiló a los franquistas que entraron a la Embajada de Chile en Madrid.

El ministro de Exteriores autorizó el ingreso sin consultar a Aguirre Cerda. Molesto, el presidente chileno mandó una contraorden a Neruda por telegrama: "Ruegole desmentir noticia o cancelar viaje emigrados". Desconcertado, Neruda consultó a Negrín. Desde París, por teléfono, el poeta dijo a su Gobierno que no acataría la nueva ínstrucción. Un día después otro telegrama permitió el viaje.

El Winnipeg zarpó el 4 de agosto de 1939 desde el muelle de Trompeloup, cerca de Burdeos, en medio de rostros desencajados por las lágrimas, puñosizquierdos en alto, risas de los niños y besos de las parejas de españoles que se reencuentran. "Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie", escribió Neruda. Los refugiados recuerdan a Neruda, vestido de blanco, y a la homiguita, vigilando los últimos preparativos en el muelle, contando cómo era Chile, un país del que pocos habían oído antes. El poeta regaló folletos en los que escribió: "Chile dista mucho de ser un paraíso. Nuestra tierra sólo entrega su esfuerzo a quien la trabaja duramente".

En el Winnipeg viajaron militantes de 33 partidos. Los hombres en las bodegas, separados de mujeres y niños, que estaban en las cubiertas superiores. No hubo privilegios. Balmes dice que el olor "de vientre, sarcófago, bacalao, rancio, vomitivo" es inolvidable. Morales hizo clases de literatura; Bru, de pintura. Todos repetían las comidas después del hambre en los campos de concentración, relató Pendas.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_