El corral de comedias descubierto hace 8 años en Alcalá de Henares no desaparecerá
La historia es una auténtica aventura. Hace ocho años, unos jovencísimos estudiantes hicieron un trabajo sobre el teatro de Alcalá de Henares (Madrid). Cuando observaron el Cervantes encontraron en él demasiadas cosas atípicas, por lo que iniciaron una investigación doméstica e intuitiva y descubrieron el corral de comedias más antiguo de Europa. El tiempo y los máximos especialistas mundiales en la materia les han dado el triunfo en una batalla contra autoridades y arquitectos que, de haberse perdido, hubiera supuesto la desaparición de uno de los grandes vestigios de la historia del teatro.
Tenían unos 20 años cuando, guiados por lo que hoy denominan "una intuición" fisgaron el teatro, abandonado desde que dejó de ser cine, en 1972, y a punto de convertirse en sede de unos grandes almacenes. Con una palas rudimentarias levantaron la tarima del suelo y a poca profundidad encontraron vestigios del original corral de comedias. Posteriormente, documentaron su hallazgo en un archivo, y pudieron fechar el recinto en 1601. El hecho se puso en conocimiento de las autoridades, y desde ese momento, comenzó la lucha de Juan Sainz, Mercedes Higuera y Miguel Ángel Coso contra autoridades, arquitectos y todos los proyectos de rehabilitación. Los primeros años, las batallas las libraron solos, pero con el tiempo se han ido sumando las voces de los máximos expertos mundiales en la materia. Al final han ganado, los proyectos han sido paralizados, el Ayuntamiento de Alcalá les ha nombrado delegados municipales para la restauración y, además, han conseguido que en octubre se reúnan en esta ciudad numerosos especialistas españoles e internacionales en unas sesiones de trabajo de las que saldrán las directrices de cómo debe efectuarse la rehabilitación del teatro.
Juan Sanz, uno de los jóvenes que exhibe su satisfacción por el resultado final de su lucha, comenta: "El problema nunca ha sido de dinero; nosotros hemos sido incómodos porque a todos los proyectos de ejecución les veíamos pegas y nos poníamos drásticos e intransigentes, ¡y menos mal que lo hicimos!".
El primer anteproyecto fue encargado por el Ministerio de Obras Públicas y Urbanismo (MOPU) a José María Pérez, pero, al coincidir con la etapa del traspaso de competencias, no se llevó a cabo. Posteriormente abordaron otro proyecto los propios equipos técnicos de la Comunidad de Madrid, que tampoco se llegó a realizar. El último proyecto de ejecución lo realizó la Dirección General de Arquitectos, con José Luis Rodríguez Noriega y Pedro Iglesias al frente, y se realizó una primera fase de urgencia, en la cubierta, en 1987.
Los tres jóvenes consideran que la intervención que aportaban todos los proyectos tenían soluciones más que dudosas y que algunos ni se planteaban la excavación. Sus protestas fueron tan incómodas que se les llegó a prohibir la entrada al teatro, pero ellos se hicieron con una copia de la llave y entraban furtivamente por las noches a "fisgar". "Gracias a eso", comenta Juan Sanz, "pudimos documentar y no se perdieron varias pistas". El joven se refiere, entre otras cosas, a la elimininación de ocho vigas del corral.
Pero en junio de 1988 consiguieron algo importante: las obras se paralizaron, ayudados por las protestas internacionales de expertos. Los descubridores hablan con entusiasmo de su joya: "la imagen que ofrece el teatro es muy interesante debido a la simultaneidad de periodos arquitectónicos tan dispares". Conceptualmente, está constituido por tres edificaciones superpuestas, un corral de comedias del siglo XVII, un coliseo en el XVIII en el que se inscribe a modo de gran decorado, la sala romántica del XIX.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.