El teólogo del Papa prefiere el riesgo de infidelidad al uso de anticonceptivos
Carlo Caffarra, el famoso teólogo personal de Juan Pablo II, ha declarado el pasado fin de semana ante los periodistas que es preferible correr el riesgo de infidelidad en el matrimonio al uso de anticonceptivos. Estas opiniones son tenidas en consideración por el Papa, a quien Caffarra escribe muchos de los discursos sobre temas de moral.
"¿Como debe comportarse la mujer cuando el marido quiere hacer el amor con ella usando un preservativo o le impone el uso de un anticonceptivo?", le preguntó un periodista a Caffarra. La respuesta del moralista fue tajante: "No debe aceptarlo por ninguna razón del mundo". "¿Y si el marido la amenaza diciéndole "Entonces, me voy con otra mujer?"', insistió el informador. Y el teólogo del Papa dijo: "Debe responderle: pues vete".Las afirmaciones de Caffarra motivaron, semanas atrás, que el prestigioso moralista alemán Bernard Häring enviara una carta al Papa quejándose de la dureza doctrinal de su teólogo, que hace, dijo Häring, alejar a tantos cristianos de la Iglesia.
Precisamente The Economist, Le Nouvelle Observateur y L'Expresso acaban de dar a conocer el resultado de un sondeo realizado por las tres publicaciones conjuntamente sobre el tema Cristianos sin Cristo, del que se desprenden algunos datos muy significativos. Por ejemplo, en Francia los practicantes católicos resultan ser sólo diez de cada cien. Y aún más: una quinta parte de los que aún practican confiesan que no creen en Cristo.
Por su parte, en Gran Bretaña, poniendo juntos a los seguidores de todas las Iglesias cristianas, sólo un habitante de cada diez se declara practicante de su propia religión.
Amor y protestantes
Por lo que se refiere a las afirmaciones tan rotundas de Caffarra sobre los temas de la sexualidad católica, le ha respondido también el teólogo protestante francés André Dumas, quien afirma que, en el cristianismo, "la moral se funda sobre el amor y no sobre las técnicas de la anticoncepción".Recuerda Dumas que ya a partir de la Reforma han sido precisamente los temas de la sexualidad y la Iglesia los que han dividido- siempre más profundamente a protestantes y católicos. Por ejemplo, el tema del matrimonio de los sacerdotes, el no considerar los protestantes matrimonio como sacramento, la posibilidad de que la Iglesia pueda "bendecir" el segundo matrimonio de un divorciado, tras haber constatado en conciencia que el primero ha fallado definitivamente, cosa que Roma rechaza, e incluso el tema de los anticonceptivos o el el aborto.
En cuanto a las modernas técnicas para evitar la procreación -condenadas recientemente de nuevo y con gran dureza por Juan Pablo II, y que ha provocado la contestación de 163 teólogos católicos-, el teólogo protestante escribe: "Son técnicas preciosas porque se contraponen a las amenazas de la naturaleza. Por ejemplo, frenan el exceso de fecundidad natural, cuando dicha fecundidad amenaza la salud y la felicidad de una pareja, o bien la demograflia y la economía de un pueblo". Y concluye con la afirmación. "No es de las técnicas de anticoncepción de las que un cristiano puede esperar una verdadera moral, ya que ella pue de fundarse sólo sobre el amor y la libertad humana.
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