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"'Es importante que los inviernos no sean tan largos en la URSS", dice Vladimir Makanin

El escritor soviético publica en España 'Un río de rápida corriente'

Alfonso Armada

Vladimir Makanin, escritor soviético nacido en Orsk, una ciudad de los Urales, en 1937, acaba de publicar su segundo libro en España, Un río de rápida corriente, un volumen de relatos. Hace escasos meses llegó a las librerías su novela El profeta (ambos publicados por Alfaguara). Makanin es un autor que, a pesar de satirizar las condiciones de vida en su país, ha conseguido superar trabas administrativas -que le impidieron publicar- y convertirse en un autor popular en su país. "Es importante que los inviernos no sean tan largos en la URSS", dice Makanin, refiriéndose a los tiempos oscuros vividos en el pasado.

Es un hombre alto, con los ojos acaso grises, hermosos, que camina con dificultad. Sufrió un accidente de automóvil hace 15 años, que le tuvo postrado en la cama durante tres años y le provocó unos extraños pólipos en los pies que ningún médico le supo curar. Recurrió a un curandero ucraniano, que le libró de sus males con métodos poco ortodoxos. Años después escribiría El profeta, la historia de un ocultista, capaz de sanar a enfermos de cáncer, seguido por una serie de devotos y despreciado por la medicina académica.La novela se publicó primero en la revista literaria Novyj Mir y suscitó una amplia controversia -entre médicos y lectores. Para Makanin el público lector soviético es mucho más progresista que la crítica, en general, celosa guardiana de la ortodoxia.

Un río de rápida corriente es un libro compuesto por seis relatos -que muestran facetas peculiares -de la sociedad soviética, filtrados por una prosa que se quiere heredera de escritores como Gogol y Chejov, o Lermontov, al que Makanin descubrió en la infancia. Los relatos muestran desde el descubrimiento por parte de un niño de las diferencias entre su abuela campesina y su abuela urbana, en Azul y rojo, hasta la vulnerabilidad y la dificultad de vivir de un trío formado por un mueblista, una poetisa y un matemático, en el cuento que da título a la colección.

Viadimir Makanin era el mayor de cuatro hermanos, hijo de un ingeniero, (su padre construyó en Orsk, el pueblo del sur de los Urales donde nació Makanin, una factoría de elaboración de petróleo), descendiente de una familia noble y antigua. Los antepasados de su madre eran cosacos de los Urales. Ella era maestra de escuela. En el ambiente familiar tuvo un temprano contacto con los libros, aunque su decisión de escribir no se abriría paso hasta los 30 años, después de haber estudiado matemáticas en la Universidad y de haber trabajado como profesor y guionista de cine. "Sin darme cuenta, me hice escritor", dice Makanin.

Ahora, cuando vuelve la vista atrás, valora circunstancias que le han conducido a lo que hoy es, que le han permitido "seguir vivo", pequeños hechos que sólo al evocarlos con el tiempo cobran un nuevo sentido, desde su nacimiento en los Urales a su traslado a la universidad de Moscú o su matrimonio.

Recuerda su infancia como un tiempo feliz, a pesar de las privaciones causadas por la II Guerra Mundial. "Los aviones fascistas no llegaban a los Urales, por lo que no sufríamos bombardeos, aunque sí las consecuencias económicas de la guerra. Los alimentos escaseaban. La mayoría de los hombres había partido al frente y las mujeres soportaban el peso del trabajo".

Tuvo algunas dificultades para publicar, pero terminó convirtiéndose en un autor profesional. Ingresé en la Unión de Escritores, se casó Y se instaló en Moscú, donde vive. Las últimas dificultades las padeció en 1984, cuando el diario Pravda publicó un artículo sobre su obra recriminándole que pintara jarrones chinos. Una crítica que equivalía a acusarle de practicar el arte por el arte.

Makanin considera que no tiene por qué dudarse de la honestidad de Mijail Gorbachov a la hora de valorar sus intenciones reformadoras. Recuerda la experiencia frustrada de Jruschov cuando, en el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS, denunció los crímenes de Stalin. Teme que las dificultades en la economía puedan acabar con Gorbachov y se regrese a otra etapa Breznev. El autor de Un río de rápida corriente cree, sin embargo, que hay motivos para ser optimistas, ya que "figuras tipo, como Jruschov o Gorbachov, aparecen sin ser programadas".

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