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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los filmes de Chytilova, Mocky y Kumai hacen bajar la calidad de la competición

Después del banquete inicial de buen cine, llegó el ayuno. La altísima calidad de las películas exhibidas en la sección oficial sufrió ayer un fuerte bajón con El milagro y El mar, del francés Jean-Pierre Mocky y del japonés Kei Kumai, respectivamente. Por otro lado, en una sala donde se exhiben filmes de secciones no competitivas, pudimos repescar otra película de competición, la checoslovaca El refugio del lobo, de la famosa Vera Chytilova, que fue considerada reina de las pantallas en la efímera primavera de Praga y cuya cinta, vista desde este duro y correoso presente, sin ser peor que las que entonces le dieron notoriedad mundial, no sólo está vacía de buen cine, sino que evidencia la vaciedad de sus obras de juventud.

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El mar, título sintético del filme del japonés Kumai, es una obra ambiciosa, pero frustrada. Cuenta un terrible suceso al parecer rigurosamente cierto, y lo hace con sencillez, para reforzar la sensación de veracidad del pretexto argumental: el atroz asesinato de un grupo de aviadores norteamericanos mediante prácticas de vivisección llevadas a cabo por un equipo de cirujanos japoneses a finales de la Segunda Guerra Mundial. La atrocidad de aquellos homicidios "científicos" se redondeó con este inimaginable adorno: un grupo de oficiales del Ejército japonés degustó, en una lúgubre sesión gastronómica, el hígado de uno de los pilotos meticulosamente descuartizados vivos en un quirófano.La película arranca de un impulso de coraje que sólo suele ofrecernos últimamente el cine japonés: la sinceridad de las imágenes, la renuncia a la elipsis y al pudor, por doloroso que esto sea. Pero Kumai se queda inexplicablemente a medio camino y convierte a su esfuerzo inicial por representar un infierno verídico, en una cómoda y facilona parábola moralizadora. En lugar de narrar tan espeluznante asunto, especula alrededor de él con metáforas éticas completamente triviales. El suceso supera, en El mar, a su relato filmado, y esto crea en la película una quiebra insuperable entre forma y contenido, lo que acaba por convertir en cobardía al coraje inicial de la obra.

Película embarullada

Jean-Pierre Mocky es un veterano segundón del cine francés. Sus trabajos son prácticamente desconocidos en España. A Berlín ha traído su última obra, El milagro, recientemente estrenada en París, donde algún crítico de esos que acostumbran a mirarse el ombligo con un telescopio la ha llegado a considerar como una obra maestra.El milagro está lejos de ser tal cosa. Es una película embarullada, confusa, torpe, repetitiva e incapaz de poner el más mínimo orden en lo que pretende narrar, que es la historia de unos pícaros que se fingen uno mudo y otro inválido para acudir en peregrinación a Lourdes y allí sacar tajada con su "divina" curación.

La película, que intenta sorprendernos con los tonos chirriantes de una burla grotesca aplicada a un asunto tabú, se queda en esa forma informe de esperpento que es la mamarrachada. Quiere ser un feroz alegato anticlerical, cuando no hay mayor beatería que la de la irreverencia idiota. Una cosa es la farsa y otra la exageración; una el sarcasmo y otra la brocha gorda; una el taco de salón y otra la dolorosa blasfemia del talento.

Quiere parecerse El milagro a las películas de los hermanos Marx, Jacques Tati y, sin confensarlo, a Berlanga, pero carece del sentido del vértigo de los primeros, de la profunda ternura del segundo y de la amargura para capturar el absurdo cotidiano del tercero. Se trata de un duro asunto imaginado por un cineasta que carece de dureza, que es rematadamente blando, y que sólo sabe ofrecernos un feismo de intelectual bonito y un hedor de laboratorio de perfume.

El tercer mal encuentro de la jornada fue un reencuentro con la autora de Las margaritas, Vera Chytilova. Esta hábil cineasta checa despertó pasiones durante los tiempos de la primavera de Praga. Después de un largo paréntesis con algunas películas caseras desconocidas en España, Chytilova ha presentado en Berlín un filme de ficción científica, El refugio del lobo, que sigue siendo, con menos agilidad y frescura, de similar factura que los de entonces.

El mayor interés de esta película de Chytilova radica en que arroja luz, o más exactamente sombra sobre sus primeras famosas películas, pues la cineasta checa sigue encubriendo su mal pulso con una cámara artificiosa y mareante, que impide al espectador una relación fructífera con lo que ve en la pantalla.

Un mal día el de ayer, precisamente cuando en Berlín, fuera de los cines, se quemó la nieve y estalló un sol radiante.

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