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Reagan se plantea hablar del 'Irangate' en el Congreso

Francisco G. Basterra

La revelación de que, mientras Ronald Reagan vendía armas al ayatola Jomeini, la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA) ayudaba a Irak en la guerra del golfo Pérsico y la posibilidad de que el dinero procedente del Irangate haya sido desviado para ayudar a campañas electorales de políticos estadounidenses partidariosde la contra son las últimas sorpresas del escándalo que azota a la Casa Blanca. La crisis desatada entra en su séptima semana y sigue produciendo diariamente nuevos descubrimientos, que hacen que Reagan esté considerando la posibilidad de acudir personalmente al Congreso, en un intento dramático de detener el escándalo, según dijo su íntimo amigo el ex senador Paul Laxalt.

William Casey, el director de la CIA y uno de los principales personajes del drama político que vive Estados Unidos, fue ayer también la primera víctima física del escándalo. Casey, de 73 años, fue ingresado en el hospital universitario de Georgetown, en Washington, tras sufrir un ataque de apoplejía cuando trabajaba en la sede de la CIA. Casey no podrá testificar hoy como estaba previsto ante el Comité de Información del Senado.Casey, que sufrió espasmos durante un minuto en los brazos y en las piernas, se encuentra "lúcido", en buen estado, permanecerá bajo observación durante unos días y será sometido a exámenes radiológicos y neurológicos, según informó ayer por la tarde el director del hospital, doctor Stapleton. El derrumbe físico de Casey y la presión a que está sometido estos días por la crisis son una "desafortunada coincidencia", dijo Stapleton. Un portavoz de la CIA explicó que el ataque fue consecuencia de una reacción a una medicación que estaba tomando Casey. Otras fuentes calificaron lo sucedido como "leve ataque cerebral".

Bob Woodward, uno de los dos periodistas que desataron el escándado de Watergate, reveló ayer en el diario The Washington Post que, durante los dos últimos años, la CIA ha estado suministrando a Irak fotos de reconocimiento tomadas por sus satélites espía para ayudar a su fuerza aérea a bombardear con más precisión las refinerías y las centrales eléctricas iraníes. La agencia estableció un canal especial de comunicaciones, a través de la Embajada de EE UU en Bagdad, para que los iraquíes recibieran las fotos sólo horas después de los bombardeos y pudieran evaluar los daños y preparar los próximos ataques.

Silencio en la Casa Blanca

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La Casa Blanca no quiso comentar ayer esta información, atribuida por el periódico a "fuentes bien informadas", que aseguraron que la ayuda de la CIA es "vital" para que Irak continúe la guerra.

Ronald Reagan sigue insistiendo en la neutralidad de Estados Unidos en el conflicto del golfo Pérsico, que ha entrado en su séptimo año.

La ayuda al mismo tiempo a Irán e Irak es un "cínico intento de lograr un callejón sin salida" en la guerra, dijo una fuente de la Administración. En cualquier caso, provoca nuevas preguntas sobre cuál es la verdadera política de Washington en el golfo Pérsico.

Casey, que está insistiendo en que no tienen nada que ver en el Irangate ni en el desvío de fondos a la contra, se entrevistó personalmente el pasado otoño con el ministro de Asuntos Exteriores iraquí, Tariq Aziz, para asegurarse de que estaban llegando las fotos aéreas y estimular a que continuaran los ataques contra objetivos económicos en Irán. La aparición de esta noticia puede interpretarse también como un intento del espionaje norteamericano de compensar su inexplicable apoyo a Irán.

Por otra parte, cada vez parece mas probable que los labios de Oliver North y John Poindexter, los dos principales implicados, se despeguen a petición del presidente o por la concesión de inmunidad ante un eventual procesamiento.

El teniente coronel Oliver North, hasta ahora, junto con su ex jefe el almirante Poindexter, el único cabeza de turco del escándalo, ayudó, mientras trabajaba como principal fontanero del Consejo de Seguridad Nacional, a grupos ultraconservadores en su campaña para derrotar a congresistas que se oponían a la ayuda a la contra.

La posibilidad de que este héroe nacional, como le ha llamado Reagan, haya desviado fondos del Contragate para un objetivo de política interna, lo que sería ilegal -ya que los funcionarios del Gobierno, civiles o militares, tienen prohibido realizar actividades políticas partidarias- será investigada por el FBI. Esto supondría, de probarse, una extensión de la crisis con connotaciones de política interna muy similares a los manejos de Nixon en el Watergate.

El pequeño diario Lowell Sun, de Massachussets, informó ayer que cinco millones de dólares (unos 580 millones de pesetas) procedentes de la venta de armas a Irán fueron a parar a un grupo de presión ultraderechista, la Fundación Nacional para la Preservación de la Libertad, dedicado a realizar una campaña en favor de la contra. Su director, Carl Channell, se reunía frecuentemente con North, quien le prestó diversas ayudas.

La campaña de Channell incluía anuncios en televisión que comparaban a congresistas contrarios a la ayuda a los rebeldes con Fidel Castro, Daniel Ortega, Yasir Arafat o el ayatola Jomeini. El Miami Herald aportó nuevos datos sobre esta conexión de North con campañas políticas internas.

El dinero iraní fue a parar, según el LoweIl Sun, a las campañas de los senadores Paula Hawkins, de Florida, y Jerermah Denton, de Alabama, y al congresista Ken Kramer, de Colorado. Ninguno de los tres, fervientes partidarios de la contra, fue elegido el pasado 4 de noviembre.

Channell afirma que el dinero utilizado procede de donaciones de millonarios americanos que normalmente contribuyeron a causas conservadoras. North, dice el Miami Herald, "financió y seupervisó" la campaña de Channell y solicitó contribuciones para ella.

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