Poco más que el tópico

Seis estampas andaluzas aparecen ni un escenario en forma de ruedo, como los seis toros de una corrida. La Cuadra ha hecho espectáculos inolvidables. Quizá el mejor, el más denso, el más cargado de significación, de símbolos, de valor hondo -o jondo, si se prefiere-, fue Andalucía amarga. No siempre el genio funciona igual, y esta Piel de toro no se despega con facilidad del tópico; aunque la tanda de pasodobles tenga sus. inflexiones diferentes, aunque se busquen en los recitados, los; breves bailes y las canciones las vueltas que los separen de ellos. Aparte de que cada creador original, como lo es este grupo, termiria creando sus propios tópicos. Quizá la interpretación no es lo suficientemente aguda para todo lo que se pretende. La parte dedicada a ello es más importante que para ser un mero apunte teatral -una ficción de baile o canto o de recitado para dar otra intención narrativa- y requeriría intérpretes más específicos. En cambio, para ser verdadero teatro, le falta una cierta unidad. Las estampitas no acaban de formar una intención; no se entiende bien la mezcla de las pequeñas historias del pelele goyesco, de la mujer-toro, del altarcillo y, menos que ninguna, la llamada de las dos Españas, en la que hay un líder de ianiforme gris y emblema vaga:rnente esvástico, de cuyo recitado llegan al público -al tendido- alusiones a la camisa nueva y al nuevo amanecer, y termina en un patriótico entierro con bandera española, frente al cual hay una mezcla de rebeldía y adoración. Todo, en conjunto, ofrece una sensación de galimatías, de inseguridad, de exceso de tacto o de discreción que le privan de fuerza. No es un problema de este grupo: es algo que está sucediendo muy frecuentemente con el teatro español actual. Pero ésa es una cuestión un poco más larga y más general.El hecho es que, con todo ello, La Cuadra conserva para el público la magia que le infundió Salvador Távora, despierta en los espectadores ese amor andaluz que es algo más que el de siempre, y que puso en pie a los espectadores para aclamar a estos creadores de las emociones que uno tiene la voluntad clara de recibir.