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"EI poeta no debe sacar beneficios de su poesía", dice Foix, ganador del Premio de la Crítica

J. V. Foix, poeta catalán de 93 años, galardonado el sábado con uno de los premios de la Crítica por su obra Croniques d'ultrason y propuesto recientemente para el Premio Nobel, opina, sin embargo, que "el poeta no debe sacar ningún beneficio de su poesía". El Premio de la Crítica, de carácter meramente simbólico, fallado en Tenerife y concedido por la Asociación de Críticos Literarios, ha acreditado también a dos autores cuyas obras no habían sido valoradas suficientemente: el novelista leonés José María Merino y el poeta madrileño Luis Alberto de Cuenca.

Merino, de 45 años, considera que aunque su novela La orilla oscura se desarrolla en un ámbito centroamericano, está más conectada con la literatura nórdica o atlántica que con la americana. Opina que el premio, por su prestigio, puede reafirmarle como un escritor del posfranquismo con posibilidades. La obra, que gira en torno a la disyuntiva del sueño y la vigilia, es, según él mismo, "la historia de un dormido despierto", en la línea de nuestra tradición literaria. Confiesa que su meta como escritor es "embelesar al lector". Se autodefine como un autor "por libre", sin adscripción a grupos o movimientos, pero estima que el premio será un impulso para los jóvenes autores de León, lugar al que se siente vinculado sentimentalmente. Recuerda que La orilla oscura, que tardó tres años en escribir, está muy influida por un viaje suyo a los canales del Tortuguero, en Costa Rica.El poeta distinguido ahora con el Premio de la Crítica para esa especialidad, Luis Alberto de Cuenca, tiene 35 años y es madrileño. La caja de plata fue publicado por Renacimiento de Sevilla, una modesta editorial andaluza que creyó más en su obra que el resto de los editores nacionales a los que se lo había propuesto.

El propio autor reconoce su divorcio del irracionalismo de los novísimos para reencontrarse con la ciudad en que vive, empleando referencias a la realidad y una estética de cine negro, al tiempo que regresa a temas y metros tradicionales. "Si no se tiene oído no se puede ser poeta", afirma para justificar la utilización de alejandrinos y endecasílabos en sus versos. Antes publicó Los retratos, Elsinore y Scholia. Este investigador del latín y el griego, que no frecuenta los ambientes literarios, ha recibido con "gran ilusión" un premio que no esperaba.

El jurado distinguió como en años anteriores la actividad literaria en las otras lenguas nacionales (euskera, catalán y gallego). Bernardo Atxaga, autor de Bi anai (Dos hermanos), y Felipe Juaristi, con Denbora, nostalgia (Tiempo, nostalgia), merecieron el premio en las modalidades de narrativa y poesía, respectivamente, en euskera. María Ángels Anglada, con Sandálies d'escuma (Sandalias de espuma), en narrativa, y J. V. Foix, con Croniques d'ultrason (Crónicas de ultrasueño), en poesía, obtuvieron el premio en lengua catalana, y el novelista Lois Xosé Pereira, con As horas de cartón (Las horas de cartón), junto con el poeta Antón Avilés de Taramancos, con Cantos caucanos, el correspondiente a lengua gallega.

Reconocimiento

J. V. Foix manifestó ayer que ante la concesión del Premio de la Crítica y la renovada propuesta de su candidatura para el Premio Nobel, mantenía su opinión, ya manifestada en anteriores ocasiones, de que es contrario a todo tipo de galardones, pero que en estos casos, al margen del halago que suponen, los entiende como reconocimiento de una cultura y lengua minoritarias."El poeta no debe sacar ningún beneficio de su poesía", comenta el escritor galardonado con el premio de la Crítica. Foix define su trabajo, claramente adscrito a los movimientos de la vanguardia, como una investigación de un mundo distinto, avanzado, a través de la propia lengua del poeta. "El creador de vanguardia no debe sentir la necesidad de copiar, sino de profundizar en su propia cultura y lengua", profundización que pide forzosamente un conocimiento extenso de los clásicos.

Foix considera que su intento estilístico puede resumirse en una búsqueda de una "concreción retórica".

Maria Ángels Anglada, por su parte, obtuvo el Premio de la Crítica por Sandálies descuma (Sandalias de espuma), una novela que se sitúa en el período helenístico; un período, según la escritora, incomprendido e identificado con un falso proceso de decadencia. Anglada ya había publicado una antología de poetisas helenísticas. En castellano se ha publicado su obra Los cercados (Editorial Destino) y se han traducido al portugués algunos de sus poemas. En la actualidad la escritora, afincada en Figueres (Gerona), prepara la reedición de un manuscrito de un campesino del Empordà, "un material importante porque da información sobre la vida cotidiana de unos personajes que nunca salen en las enciclopedias y que, por problemas de alfabetización, no dejaron demasiados documentos".

Rafael Sénder, autor de Tendrás oro y oro, y J. J. Armas Marcelo, con El árbol del bien y del mal, llegaron hasta las últimas votaciones del premio de novela en lengua española. El poeta Juan Luis Panero, cuyo libro se titula Antes que llegue la noche, también fue finalista. El jurado, en el que figuraban Luis Suñén, como secretario, Ana María Navales, Rafael Conte, Fernando Ortiz, José Luis Cano, José Antonio Ugalde, Carlos Galán, Miguel García Posada, Antonio Blanch, Dámaso Santos, Santiago Aizarna, Carlos Casares y Jaume Pont, no aceptó la renuncia de Domingo Pérez Minik, basada en razones de cansancio, a seguir presidiendo el jurado.

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