De película
Treinta y tres años rodando y todavía no se le ha ocurrido a nadie hacer la película del Festival de Cine de San Sebastián. Que la tiene, y muy enjundiosa. El Mac Guffin, como recuerda Cueto, se podría perfilar a partir de las razones últimas de la recuperación de la categoría A considerada como mogote económico. Y la contrastación se extraería de la cartelera e la presente edición, con su tónica dominante de rojerío tropical y cine del Este emulsionado por un patrocinio a cargo del nacionalismo asco moderado.
A veces se invierten los términos y en la pantalla surge el academicismo mientras en saraos centellean las nostalgias del antifranquismo. En el Miramar, y en la sección Zona Abierta, que viene siendo el tendido de bronca del certamen, estreno polémico con Pepa Flores en la fila 15. División de opiniones, pero un dato inexorable a destacar: mucha gente se quedó en la calle porque el cine estaba hasta los topes. Caso cerrado, de Caño Arecha, puede considerarse paradigma de producción que no gusta a los críticos pero que suscita un instinto fundamental en este oficio de penumbras: la curiosidad de las masas. Y en la otra orilla del bulevar, rompiendo los moldes del sexy, Madonna.
Con Bette Davis interpretando el personaje de doña Pilar Olascoaga, secretaria general del festival, y Lino Ventura en el papel estelar de acomodador, el guión está servido. Dinamita.