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Tribuna:La fiesta de los 'oscars'
Tribuna
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Las tribulaciones de Milos Forman

Monika Zgustova

"Mi encuentro con el mundo cinematográfico fue pésimo. Tenía entonces cinco años, y la primera película que vi fue una versión muda de la ópera La novia vendida, de Smetana. ¡Una ópera muda, eso le marca a uno para toda la vida!".Después de haber suspendido el examen de entrada a la facultad de Teatro -no consiguió contentar al comité examinador, que le mandó escenificar algo tan absurdo como la lucha por la paz-, Milos Forman -de quien son las palabras precedentes ingresó en los estudios de cinematografía. Debido a una rigurosa aplicación de las palabras de Lenin, quien, como político práctico en un país con una fuerte mayoría analfabeta, calificó el cine como el arte más importante de todos, la facultad de Cinematografia de la universidad de Praga recibía importantes subvenciones del Estado y, por tanto, tenía el mejor nivel de la Europa central y oriental. En el profesorado se hallaban personajes como Milan Kundera y Otakar Vávra, quienes mantenían en la facultad un espíritu creador y una atmósfera liberal que en los años cincuenta y principios de los sesenta no existían

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en ninguna otra parte. En este ambiente se instruyó Forman, y con su generación estableció en los legendarios años sesenta un clima creador que colmaba la Praga de entonces. -

Las primeras películas de Forman -las sátiras El concurso, Pedro negro y Los amores de una rubia- tratan sobre la gente joven. Este tema le interesaba a Forman porque los jóvenes de aquella época, y como los de todas las épocas, formaban un frente común contra el conformismo de los adultos y, de hecho, eran la única oposición no intelectual sino moral en la Checoslovaquia de aquellos años. Consecuencias inospechadas

Pedro negro y Los amores de una rubia se convirtieron en las películas de más éxito comercial de toda la producción checoslovaca. Las distribuidoras occidentales insistieron en que las películas no se venderían bien sin incluir escenas con un montón de desnudos y los acostumbrados 90 minutos de metraje, así que el director rodó a posteriori más secuencias, que no dañaron las películas pero tampoco las enriquecieron.

Los amores de una rubia tuvo, además, unas consecuencias insospechadas. La acción transcurre en una ciudad industrial textil del norte de Bohemia, donde trabajan únicamente chicas jóvenes. Faltan hombres, y por ello el Ayuntamiento invita a un regimiento de soldados, pero desgraciadamente sucede que todos son viejos, unos padres, casi abuelos. Y la película sigue. Involuntariamente resultó ser una efectiva publicidad del lugar en cuestión, cargado de mujeres jóvenes solteras, y eso los muchachos checos no se lo quisieron perder por nada del mundo.

La mejor película de Forman realizada en Checoslovaquia, El baile de los bomberos, es una excelente alegoría, tan sutil que para un extranjero resulta casi imperceptible. Pero no así para un checo: éste ve metáforas, alegorías y símbolos en todo, incluso allí donde no los hay. El presidente Novotny, después de ver el filme, se puso como una fiera. Probablemente no sirvieron de mucho las explicaciones que le tuvo que dar Forman de que la película no era sobre el Gobierno, sino sobre los bomberos.

En 1968, Forman obtuvo un contrato para escribir un guión en Norteamérica. Llegó allí cuando acababan de asesinar a Martin Luther King y se desencadenaban luchas raciales y estudiantiles. No es de extrañar que el director no se pudiera concentrar en el guión. Para cumplir el compromiso se retiró a París para trabajar tranquilamente en casa de su amigo Jean Claude Carriére; no obstante, allí estalló el mayo de 1968: batallas estudiantiles, huelga general... Imposible escribir. El cineasta decidió pasar el verano en su país, pero llegó el agosto con sus tanques. Allí también la realidad sobrepasó la imaginación. ¿Qué hacer? Volvió a América. Los amigos le aseguraban irónicamente que no había nada más fácil que rodar una película en EE UU. Los problemas empezaron para Forman al acabar el guión de Taking off (título intraducible, porque significa a la vez huyendo y desnudándose). La reacción de los productores americanos hacía recordar la de los burócratas checos en pleno estalinismo: el humor de Forman, dictaminaban, no era constructivo porque ridiculizaba al hombre sencillo de la calle; ¿cómo quería que la gente riera si Forman no reía con ella, sino en contra de ella? Tras estas críticas, el director empezó a sentirse en su país adoptivo como en casa.

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