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La muerte del autor de 'La destrucción o el amor'

Vicente Aleixandre, poeta y premio Nobel de Literatura en 1977, falleció esta madrugada en Madrid

El poeta Vicente Aleixandre, de 86 años, falleció en la madrugada de hoy en Madrid, víctima de una hemorragia intestinal cuyos efectos los médicos no pudieron neutralizar. El poeta, que siempre tuvo una salud muy delicada, fue intervenido de urgencia en la clínica Santa Elena el martes de madrugada, aun cuando los médicos habían preferido el lunes por la tarde -había sido internado ese mismo día por la mañana- postergar la intervención; la hemorragia continua impuso el traslado al quirófano, donde le fue cortado una parte del intestino.Los partes facilitados por los médicos informaron en todo momento de la extrema gravedad del paciente. Cuando la hemorragia fue cortada, se temió entonces por los efectos de las transfusiones de las grandes cantidades de sangre que fueron necesarias; éstas, junto con la asistencia de ventilación mecánica, mantuvieron las constantes vitales del poeta mientras fue posible.

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En concreto, los partes médicos facilitados ayer jueves informaron de un "deterioro progresivo, presentando signos de fracaso renal agudo, agravado por la existencia de su único riñón y congestión pulmonar derecha". Inconsciente en la unidad de vigilancia intensiva, el paciente se encontraba sedado.

"La vida es un dolor"

El martes por la noche, Vicente Aleixandre había sufrido un choque pulmonar, cuyos efectos continuaron en complicaciones del corazón. "Yo trato de no sentirme pesimista", advirtió el doctor Julio Bass, encargado de turno en la UVI, "pero el estado de Vicente Aleixandre puede presentar complicaciones en cualquier momento y en áreas que aparentemente no estaban afectadas". Ante el ligero optimismo de familiares y amigos por el corte de la hemorragia, el doctor precisó que la situación seguía siendo de extrema gravedad. Un joven poeta sevillano consiguió entrar en la UVI y estrechar la mano del poeta, que se encontraba inconsciente; según dijo a la agencia Efe, "quería despedirme".

Al ingresar en el quirófano la madrugada del martes, Aleixandre estaba consciente. "La vida es un dolor", dijo. La suya estuvo marcada por la enfermedad. Desde que a los 24 años le fuera diagnosticada una nefritis tuberculosa, el poeta sufrió largos períodos de debilidad y enfermedad, que le mantuvieron alejado del tráfago ciudadano en su tranquila casa de Velintonia, 3 -hoy la calle está bautizada con su nombre-, pero que favorecieron su dedicación a la poesía, su hospitalidad para con otros poetas y su magisterio con los numerosos escritores que le enviaban sus escritos y le pedían consejo, como han testimoniado varios de ellos. "Mi experiencia del dolor ha sido enriquecedora", declaró recientemente. "La enfermedad me ha hecho distinto. Un hombre y un poeta diferentes".

"Cuando aman los leones"

"Quiero morir de día, cuando aman los leones, / cuando las mariposas vuelan sobre los lagos, / cuando el nenúfar surge de un agua verde o fría, / soñoliento y extraño bajo la luz rosada", había deseado el poeta en La destrucción o el amor, el poemario superrealista más bello que jamás se ha escrito, según el biógrafo Leopoldo de Luis.

Aleixandre estuvo acompañado en sus últimas horas por familiares y amigos -su hermana Conchita, con quien ha vivido siempre; sus primos, Carmen Conde, y otros-, al igual que lo había estado durante toda su vida.

Dámaso Alonso, quien le introdujo en la poesía allá por el verano de 1917, en un pueblecido de la sierra madrileña, entró en un momento solo a la habitación del enfermo y no le dijo una sola palabra. El vínculo que los había unido durante décadas, recordó Dámaso, había cobrado el peso del sentimiento. Dámaso Alonso, que solía visitarle, estuvo en la casa de Aleixandre el sábado pasado. Declaró que aún guarda algunos poemas de 1917 que permanecen inéditos.

Carlos Bousoño, amigo del poeta y autor de uno de los estudios más rigurosos sobre su obra, también se acercó a verle. El enfermo pareció reconocerle e hizo un gesto de dolor. "Soy Carlos. Estoy a tu lado", le dijo suavemente Bousoño.

En 1933, Aleixandre ya había hablado de la muerte: "¡Ah, pronto, pronto: quiero morir frente a ti, mar, / frente a ti, mar vertical cuyas espumas tocan los cielos,/ a ti, cuyos celestes peces entre nieve/ son como pájaros olvidados del hondo!".

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